El amianto se prohibió en el año 2001 pero hasta entonces se utilizó en la construcción, en el sector de la automoción, las canalizaciones de agua, la siderurgia, la industria naval. En Málaga, muchas empresas manejaron este peligroso material en aquellos años en los reinaba el desconocimiento sobre los perjudiciales efectos derivados por una prolongada exposición o de la manipulación. Desde la ferroviaria Renfe en sus talleres de Los Prados, la zona minera de Mijas hasta el mismo Parcemasa, cuyos trabajadores manipularon sin control alguno las prelápidas, placas de amianto que se colocaban en los nichos tras una inhumación.
El Parque Cementerio de Málaga S.A, desde que comenzaron las informaciones en torno a las consecuencias dañinas derivadas de la inhalación de las microscópicas fibras de este mineral, ha llevado a cabo todas las actuaciones y protocolos pertinentes para proteger a la plantilla de trabajadores frente al grave peligro para la salud que representan las uralitas.
Según fuentes, Parcemasa ha comunicado a los representantes del consejo de administración la decisión de retirar de “forma inminente” todo el amianto que todavía pervive en los nichos del camposanto. La erradicación de este material nocivo será ejecutado por una empresa especializada en el desmantelamiento de este amianto residual, “una cantidad considerable que puede rondar la tonelada”, afirman.
La propuesta de blindar la salud de la plantilla laboral del Cementerio de San Gabriel con un seguro que cubra los posibles daños que pudiesen derivarse en el caso de que apareciesen afectados y evitar así las denuncias en los tribunales por culpa de la manipulación de amianto fue muy bien recibida por parte de la empresa.
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