Jorge Loring y Amalia Heredia compraron en 1855 estos terrenos que hoy dan esta refrescante sombra, que en días de calor se agradecen. Marqueses, con una solvente posición económica, soñaban con un jardín repleto de plantas exóticas venidas de todos los lugares del mundo. Un proyecto que el matrimonio Loring unió con su pasión por la arqueología, recuperando cuantos restos estaban a su alcanza. Como un templete dórico o un mosaico romano.
Un patrimonio que más tarde gestionaría un matrimonio de Bilbao, los Echevarría-Echevarrieta, que adquirieron la finca en 1911. Lugar de ensueño, fue en 1994 cuando abrió sus puertas al público. En la actualidad, es uno de los atractivos turísticos más visitados de la capital.
Sentirse como en la Málaga del siglo 19 es posible si traspasamos las fronteras de este espacio natural al caer la tarde de un miércoles. Jornadas en las que durante los meses de julio y agosto el Jardín Botánico regresa al pasado y nos propone descubrir cómo era la vida en este señorial espacio, en una Málaga que lideraba los inicios de la revolución Industrial en nuestro país.
Visitar las grandes joyas que encontramos en La Concepción, conocer sus jardines temáticos, dar la vuelta al mundo en 80 árboles o disfrutar de las vistas desde sus imponentes miradores, incluso con nuestra mascota, son algunas de las opciones para disfrutar de esta propuesta natural en medio de la cada vez más cosmopolita Málaga cultural.
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