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“He querido ser fiel a esa memoria que me fue contada por mi familia”

Antonio Soler nos da las calves sobre su última novela 'El día del lobo'

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‘El día del lobo’ (Editorial Espasa), es la última novela del escritor malagueño Antonio Soler, pero es también, el relato de cómo vivió su familia los días previos a la Desbandá, la huida de parte de ellos por la Carretera de la Muerte y el regreso a Málaga a enfrentar las represalias de los fascistas. Pero es también un relato en el que el autor de textos premiados como ‘Las bailarinas muertas’, ‘El nombre que ahora digo’ o ‘El sueño del caimán, Sur’, ha querido ser fiel a la memoria, al tiempo que no perder de vista lo que supone un relato novelado.

Ha escrito usted un libro de los que se leen con el corazón encogido.

Bueno. Para mí eso sería una virtud porque no te llevará a la indiferencia. Es que es un asunto bastante dramático lo que vivieron muchos miles de personas, pero hay una reflexión que yo intento introducir en el libro que es que, a pesar de de todo lo que se vivió, también hubo un espíritu de supervivencia, de salvar los obstáculos que nos van poniendo por delante por muy terribles que sean.


Le decía lo de encoger el corazón como lector, pero a la hora de contar algo tan personal, imagino que esto también ha tenido que ser un proceso nada fácil o a lo mejor ha sido un proceso liberador.

Pues sinceramente, como internamente yo lo he vivido, ha sido como visitar de nuevo uno a uno a los miembros de de mi familia que no están y con la sensación interna de de hacerles un homenaje también. Claro, cuando esto ocurre y ellos están inmersos en medio de un hecho colectivo masivo, como fue el éxodo de la carretera de Almería, en el fondo también estás haciendo un homenaje a todas esas otras familias para mí completamente desconocidas. Y lo he vivido con esa sensación interna. Y pasajes naturalmente con pena, pero fundamentalmente con pena de que ellos no pudieran asistir a un homenaje íntimo que realmente es lo que hago yo, que luego se convierte en algo público

Estas sensaciones resultan más intensas cuando uno sabe que lo que se cuenta es verdad. Ha pasado.

Sí claro. Yo soy novelista y la preocupación básica normalmente para mí es dar verosimilitud a la ficción que estoy creando. Aquí el fenómeno no es que sea a la inversa, pero la habilidad o la técnica del novelista está presente desde el momento en el que yo he tenido que indagar, o mejor dicho, he tenido que suponer y especular los resortes íntimos, he tenido que suponer cuales eran la emociones que ellos tenían, por mucho que a mí me hubiera contado mi madre, mi abuela, he tenido que tratarlos como personajes en ese sentido. Por muchos de mi madre, mi, abuela me que contara aquello ocurrió así, una cosa es que te cuenten eso y otra decir el esqueleto íntimo, las emociones que recorrían la médula de estas personas. ¿Realmente cuáles eran? Y ahí sí que he tenido que trabajar como un novelista. Con un fondo de realidad.

¿Es más complicado así?, porque, por un lado, bueno está novelando, pero por otro quiere ser fie, a lo que le contamos.

Exactamente. Sí, es más complicado porque en la ficción uno tiene muchas más vías de escape. Puedes llevar las cosas por donde quieras, por donde te resulten más fáciles, aquí no, aquí hay un corsé, de que los hechos fueron así. Además yo he querido ser fiel a esa memoria que me ha sido contada. Y especular lo menos posible, desde luego, sobre los hechos y eso tiene una dificultad añadida.

Hay una frase en la novela que dice “esa carretera permaneció dentro de algunos de ellos hasta el final de de su vida”, que da buena cuenta de lo que es la memoria y de la necesidad también de la memoria, cuando queremos ser tan desmemoriados para ciertas cosas.

Sí. Pero yo percibí que eso era tal cual, es decir, estaban tan presentes en sus vidas aquellos días que afloraban no solo cuando hablaban de esos días, sino se había quedado en algunos de ellos como una concepción del mundo y una concesión del ser humano a partir de entonces. Por ejemplo, en el caso de mi madre, que era una joven ilusionada de 18 años y que ve tanto desastre a su alrededor, yo creo que eso le dejó una huella imborrable que se expande mucho más allá del recuerdo de de aquel momento. Creo que veía al ser humano también como a alguien incapaz de, en un determinado momento, cometer las atrocidades más terribles.

Por lo que me deduzco, en su casa se hablaba, se comunicaba lo que había ocurrido, pero esto no se dio en muchas casas, donde hubo esa ley del silencio. Hoy en día hay quien dice que es de mal gusto hablar de aquel tiempo y de lo que ha pasó.

No es que fuera un tema de conversación habitual ni mucho menos, pero sí es cierto que cuando uno preguntaba respondían. Y yo era un niño bastante curioso, un adolescente curioso, y me encontré, primero con una vía de comunicación muy muy buena con mi abuela materna. Y también con mi madre. Fueron las dos fuentes, sobre todo mi abuela, porque su espíritu vitalista la hacía ser mucho más comunicativa, teníamos un vínculo a través del humor y de la ironía, que no la perdió en ningún momento y yo creo que eso es un síntoma de de sabiduría intentar relativizarlo todo, de sobreponerte y, muchas veces, recurrir al disparate cuando ya no te queda otra vía. Y algo de eso también he intentado introducir en el libro, no como material de alivio, sino porque también estaba presente. Porque en medio del desastre, de pronto surge la chispa de la distancia a través de del humor o de la ironía.

Nos habla de lo que llaman algunos La Desbandá, de la Carretera de la Muerte, nos habla de refugiados y parece que estemos hablando de algo del pasado cuando a día de hoy tenemos millones de de refugiados de tantísimos conflictos bélicos que se siguen padeciendo.

Sí. Es una constante. Lo que ocurre que, claro nosotros ahora aquí estamos en un hotel estupendo, viendo un paisaje urbano no idílico pero, para mucha gente sí que idílico, para mucha gente que hoy día está en Oriente Medio, que están en Ucrania es el paraíso. Entonces estamos aquí, y nos cuesta creer de verdad que nuestros padres, nuestros abuelos, aquí vivieron lo que hoy se está viviendo en Ucrania, lo que se está viviendo en Gaza, que iban caminando por una carretera con lo puesto y que eran ametrallados desde aviones y bombardeados desde el mar, pues sí, aquí esto ocurrió. Y nosotros somos herederos inmediatos de todo eso.

Dice en el libro: “Es una naturaleza histórica y actual del refugiado”.

Sí. Claro mi familia se convirtió, primero en gente que abandona su casa, que se va con lo puesto y luego mi abuelo materno, se convierte en un topo por el hecho de ser militante del Partido Socialista. En alguien, que por el hecho de de tener unas determinadas ideas es buscado y si hubiera sido encontrado, desde luego, va a la cárcel y a lo mejor a un paredón.

Porque el lobo siempre llega ¿No?

No siempre. A mi abuelo no le llegó, pero desde luego andaba olfateando y en la guerra había muchos lobos sueltos y mordiendo por donde podían. En un sitio y en otro.

Bueno, al final la crueldad no conoce de bandos ¿No?

No. En ese sentido no he querido hacer tarea de ocultamiento. Hubo hechos terribles en los dos bandos y yo, en función de la veracidad, he contado cosas que ocurrieron en un sitio y en otro, sin que eso suponga un deseo de ser equidistante, entre otras cosas porque creo que hay grandes diferencias: primero, hay un golpe de estado contra un régimen que podía gustar más, menos, pero que era legítimo, y en el bando nacional, el organizador principal, que es el general Mola, desde el primer momento dice hay que sembrar el terror y que hay que hacerlo para que se sepa que se actúa con contundencia y que se va en serio, por tanto el terror está instaurado ideológicamente podríamos decir desde el comienzo. Mientras que en el bando de la República hay muchos desmanes incontrolados por el gobierno, quiero decir, el Gobierno de la República no dictamina que se siembre el terror, sino que a lo largo de los meses lo intenta controlar y no lo consigue eh en bastante tiempo, pero finalmente consigue controlarlo. A mí eso me parece una diferencia sustancial, lo cual no quiere decir que no hubiera lobos en un sitio y en otro.

A mí me ha me ha dado siempre cierta sensación de que si la Desbandá en vez de haber ocurrido en Andalucía, hubiera ocurrido en otra parte de España, como Cataluña, Madrid, se le hubiera dado más importancia.

No lo sé. Yo le he dado vueltas al asunto y, por e ejemplo, la repercusión que tuvo Guernica, la tiene por Picasso también, sin duda. Pero esto de que cientos de personas en España sean bombardeadas por la Luftwaffe (la aviación Nazi) y todo esto pues tuvo todo el eco posterior aumentado hasta el infinito por Picasso. Pero, en el caso de la carretera de Málaga-Almería hubo más muertos que en Guernica, también intervino la Luftwaffe. Yo creo que hay un hecho fundamental que es la vergüenza, porque durante mucho tiempo, el bando de Franco desmentía que lo de Guernica hubiera sido tal como fue y todo esto. Eh porque no estaban orgullosos. Naturalmente aquí ocurre lo mismo: el bando nacional no está dispuesto a airear que ha masacrado a la población civil, la gran diferencia es que para el bando republicano Málaga también tiene una mancha de de vergüenza, porque la población fue abandonada, a la población en Málaga se le está diciendo que se va a defender, que Málaga va a ser, que no hay problema, que las tropas van a estar al servicio y al mismo tiempo que se está diciendo , las autoridades políticas y militares están preparando sus propias huidas, por tanto la población es abandonada y ahí la república, en este punto concreto, no es para que esté muy orgullosa y por tanto pues se corre también un tupido velo. Yo creo que esa es la causa principal de que un hecho tan llamativo sea tan desconocido.

 

Pero al final, pagan los civiles, las mujeres y los niños.

Claro. Y lo que se comenta que dijo en su momento Largo Caballero ¿No? Ni una bala más para Málaga. Es decir que la República no puede sacar bandera de lo que aquí ocurrió y por tanto mejor se mira para otro lado.

Cosas que se cuenta, como tener que dejar de llamarte por tu nombre. Cambiar el de Libertad por Carmen. Parece una nimiedad pero es que es tu identidad.

Y además es muy simbólico el nombre ¿No? Lo que supone decir se acabó con la libertad. No te puede llamar ni siquiera cómo te pusieron tus padres porque es un nombre transgresor que es como se llamaba mi madre, Libertad. Caro, el eje fundamental del libro es ese episodio de la carretera de Almería, pero también cuento lo que vino después y lo que vino después fue también terrible; la represión de Queipo de Llano y de Franco en Málaga es un episodio bastante horroroso. Y uno de los personajes que está ahí trabajando es Arias Navarro que a partir de entonces se conoce como ‘El Carnicerito de de Málaga. El que de pronto tengas que dejar de llamarte Libertad indica bastante lo que ocurrió.

Y están los que se quedaron en la confianza de que no iba a pasar nada después.

Sí. Sí, claro. Por mucho que hubiera mensajes intimidatorios y espeluznantes del propio Queipo de Llano a través de la radio, la mayoría de las personas podía pensar “si yo no he cometido ningún delito, si yo no he robado ni asesinado a nadie, ¿por qué van a ir contra mí? Pues a lo mejor porque tenías el carné de un partido republicano y eso te podía llevar a la cárcel o al paredón.

Es una historia de película. Lo digo porque usted ya tiene llevado al cine otra novela como es El Camino de los Ingleses, con guión propio suyo.

Sí, pero lo que pasa, por lo menos a mí me pasa, es que cuando estoy escribiendo una novela o un libro como este, testimonial pienso en literatura siempre, luego si a alguien se le ocurre que detrás hay una película y tal, pues estupendo y bienvenido sea, pero, mi cabeza está puesta al cien por cien en la literatura cuando estoy escribiendo un libro. No me da para más.

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