En los tiempos del cisma, cuando el catolicismo veía amenazada su supremacía, el arte barroco se convirtió en un arma de seducción y una herramienta de propaganda para retener fieles frente al protestantismo, como pone de manifiesto la nueva exposición temporal del Museo Carmen Thyssen de Málaga.
"Fieramente humanos", título tomado de un poema de Blas de Otero, reúne desde este viernes 35 obras maestras de autores como Velázquez, Ribera, Murillo, Ribalta, Martínez Montañés, Pedro de Mena o Alonso Cano que permanecerán instaladas hasta el 18 de febrero de 2024.
"El catolicismo, que era la religión hegemónica en el mundo occidental, sufre la mayor sacudida de la historia: la mitad del mundo que rendía pleitesía a Roma decide dejar de hacerlo y marca distancias con la confesión católica", ha explicado Pablo González Tornel, comisario de la muestra y director del Museo de Bellas Artes de Valencia.
Los ataques del protestantismo "se orientan entonces a todos los aspectos sensoriales, performativos y visuales de la cultura religiosa católica, y no es solo contra las imágenes, sino contra la relación con las imágenes y los rituales, que tildan de idolatría". Inicialmente, el catolicismo se queda "perplejo" hasta que, en el Concilio de Trento, decide "ser lo que siempre ha sido, pero más", y fija que la doctrina oficial "será icónica y performativa, es decir, icónica y teatral".
Todo ello bajo el dominio de la potencia política más fuerte de occidente, la monarquía hispánica de los Habsburgo, "que hacen del catolicismo su bandera" y basan su capital en gran medida al número de santos españoles que hubiera.
"Todos esos santos van creando la idea de una España santa y se decide que, ya que el catolicismo sería una religión icónica y debía arrastrar a los fieles para que no se hicieran protestantes, el objetivo de las imágenes había de ser conmover, conectar con los corazones de los fieles para convencerles de permanecer católicos", añade el comisario. La vía que se busca es, por un lado, "el realismo más exacerbado" y, por otro, inspirarse para esas representaciones de santos en personas reales.
"Retratar como si fuera de verdad despierta más emociones en quien observa que alguien imaginado o idealizado y es un elemento para captar fieles, que pueden sentir ante el cuadro que son personas tan reales como ellos", apunta González Tornel.
El recorrido por la exposición permite al espectador "crear sus propias conexiones", de ahí que junto al arte barroco se hayan incluido piezas contemporáneas de Antonio Saura, Darío Villalba y el Equipo Crónica.
Ello "muestra que la idea de mover sentimientos a través de la imagen es tan contemporánea como lo era en el siglo XVII, y que la potencia de una crucifixión de Saura al lado de una de Pereda es igual de impactante con 400 años de diferencia", según el comisario.
Por su parte, Lourdes Moreno, directora artística del Museo Carmen Thyssen, ha apuntado que el título "Fieramente humanos" encierra "otra paradoja", porque para reflejar "a los ejemplos de la virtud a ser imitados, los santos o incluso la divinidad, los autores buscaron inspiración en el pueblo, personajes reales, seres cotidianos o quizás vecinos, para conmover y persuadir".
La exposición cuenta con obras prestadas por más de una decena de instituciones, como el Museo del Prado, los Museos de Bellas Artes de Valencia, Sevilla y Murcia, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) o el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, entre otras.
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