Basado en hechos reales... o no

Publicado: 02/03/2019
Frente a los hechos reales está el CIS. Dice Irene Montero que es como leer el horóscopo, lo mismo que ocurre con muchos programas electorales
La película Dolor y dinero arranca con un típico subrayado: “Basada en hechos reales”. Aún así, llega un momento en el que todo lo que cuenta resulta tan disparatado y tan descerebrado que se ven obligados a reiterarlo con una seria advertencia: “Os aseguramos que todo esto ocurrió así en la realidad”. Si alguien tuviera en mente recrear en un futuro y en una película el juicio al “procés” tal vez debiera incluir la misma advertencia en el transcurso de la narración, sobre todo para descartar el uso de licencias subjetivas y el mínimo empeño por caricaturizar o ridiculizar a algunos de los participantes a lo largo de las diferentes sesiones.

Baste como ejemplo la citación de uno de los testigos en representación de la CUP, Antonio Baños, quien se negó, “por dignidad democrática y antifascista”, a responder a las preguntas de la acusación representada por Vox. El juez Marchena tuvo que explicarle entonces que estaba en calidad de testigo, no de acusado, con lo cual no podía negarse a contestar ninguna pregunta, puesto que se había deducido que su testimonio podía ser útil para la deliberación del caso. Baños añadió entonces que respondería a las preguntas del fiscal y de la Abogacía del Estado, pero que no reconocía la acusación representada por Vox. El magistrado volvió a explicarle que no podía ser así y que, caso de mantenerse en su postura, habría que dar cuenta penal de la misma, pese a lo cual le propuso si estaba de acuerdo en que las preguntas de la acusación de Vox se formulasen a través de la presidencia de la sala. Y Baños aceptó. Fue entonces cuando el abogado de Vox dirigió su pregunta al juez, el juez al testigo y éste respondió.

Ése podría ser un buen momento para que apareciera el rótulo -“os aseguramos que todo esto ocurrió así en la realidad”-, aunque aquello, finalmente, no pasó de las dos preguntas, porque el magistrado finiquitó la condescendencia en cuanto Baños se dio cuenta de que había caído en su propia trampa.

En realidad, dudo que llegue a hacerse una película sobre el juicio al “procés”, salvo que los acusados salgan absueltos: En el nombre del padre parecería entonces un filme de Disney al lado del que Roures podría llegar a producir. Con película o sin ella -y pese al didáctico e instructivo ejercicio que supuso B., la cinta sobre las declaraciones de Bárcenas ante el juez-, cualquiera sin vinculación directa con el asunto parece tener más o menos claro qué fue lo que ocurrió en Cataluña, de la misma manera que lo tiene en lo que respecta al caso Gürtel o al de los ERE en Andalucía, todos ellos basados en hechos reales, lamentables y recriminables, hasta el punto de que en todos ellos ha tenido que intervenir la justicia.

Frente a los hechos reales, no solo tenemos a los que siguen hablando de “presos políticos”, también está el CIS, que se ha hecho mensual a ver si con eso de repetirse a sí mismo en sus vaticinios termina por acertar en las generales. Irene Montero ha dicho que cada vez se parece más a leer el horóscopo, que es casi lo mismo que ocurre con los programas electorales o con las promesas en campaña: ya no sabemos si los 600.000 empleos que iba a crear el PP en Andalucía carecían de justificación o fue algo que decidieron incluir después de leer los posos del café. Lo mismo ocurre con la Arcos-Antequera, una prioridad absoluta -“Juanma lo haría”-, que debe ahora calentar banquillo.

Y si el programa electoral no lo decía, el PSOE ya ha hecho gala por su cuenta de sus dotes adivinatorias para describirnos la Andalucía que nos espera después de mayo si los ciudadanos siguen votando a los partidos de la derecha. Con los socialistas sí hay que estar cuando dudan de que los presupuestos andaluces estén antes de las municipales, pero no creo que sea por aferrarse a un plan oculto, sino por el propio temor de PP y Cs a tener que hacer frente a las imprudentes e insostenibles ocurrencias de Vox, algo para lo que ya debían estar advertidos, puesto que entraba dentro de los límites de la realidad, aunque a veces hagan como si se enfrentaran a una dimensión desconocida.

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