Ocho años. Este ha sido el tiempo necesario para que José Luis Cienfuegos haya decidido, por fin, dar al cine andaluz el espacio merecido en el Festival. Cierto es que el desconocimiento absoluto sobre nuestro cine con el que aterrizó a mediados de 2012 justificaba que en esa primera edición, en la que también cometió el error del cambio de salas, no lo hiciera, pero ya era algo que clamaba al cielo para enfado permanente del sector del audiovisual. Pero rectificar es de sabios y es de justicia reconocer este cambio de actitud, motivada tal vez por algún tirón de orejas de instancias superiores y/o por el propio interés manifestado desde el Ayuntamiento.
¿En qué se ha manifestado esta nueva actitud? La película de clausura ha sido la producción andaluza “Adiós”, rodada en la ciudad y dirigida por el sevillano Paco Cabezas, muy demandado en Estados Unidos, donde ha rodado un par de largometrajes (el primero, protagonizado por Nicolas Cage) y varias series de televisión, como “Penny Dreadful”, cuyo broche final corrió de su mano, o “El Alienista”, nominada a los Emmy como mejor miniserie el año pasado.
Otro relevante cineasta sevillano, Alberto Rodríguez, junto al coautor de la serie, Rafael Cobos, presentó la segunda temporada de “La Peste” en una sesión de gala en el Lope de Vega, el mismo escenario donde el lebrijano Benito Zambrano estrenó “Intemperie”. Ésta y “Adiós” están coproducidas por dos sevillanos, Marta Velasco y Olmo Figueredo, y casualmente se estrenan este viernes mientras que “La Peste” se puede ver en Movistar + desde el pasado día 15, de modo que en apenas una semana tres cineastas de Sevilla acaparan toda la atención del audiovisual en España. Incluir una serie como “La Peste” fue todo un acierto, lástima que no se hiciera hace dos años con la primera temporada o en 2018 con “Arde Madrid”, del también sevillano Paco León. El palaciego Alejandro Salgado sorprendió hace unos años con el excelente documental “Bolingo, el bosque del amor” y ahora concursaba con su último y esperado trabajo, “Barzaj”, con el que ha obtenido el Premio Deluxe al mejor director español. Pese al gran nivel de los documentales andaluces, como lo corrobora este premio, éstos no lograban encontrar hueco en secciones competitivas.
Se ha echado en falta en la programación del SEFF el documental “La ciudad de la ópera”, interesante recorrido por algunas de las más de 150 ambientadas en Sevilla y conducido por el barítono Carlos Álvarez. Al margen de que pueda gustar más o menos o de que su planteamiento divulgativo no encaje con los criterios del festival, debería haber tenido un hueco por su contenido, máxime cuando el SEFF es un proyecto del Instituto de la Cultura y de las Artes de Sevilla, ICAS, entidad que ha apoyado la producción de este documental.
Lejanos quedan ya los tiempos en los que los andaluces Gonzalo García Pelayo y Juan Sebastián Bollaín, así como la Generación Cine-Exín, fueron homenajeados. Da la impresión que el cine andaluz es un gran páramo y que no hay nadie más merecedor de un homenaje y retrospectiva. ¿Evidencia de la ignorancia del cine andaluz, contumacia o tal vez prejuicio? Quién sabe. Sin embargo, en el Festival de Cine de San Sebastián, la cordobesa Josefina Molina recibió el Premio Nacional de Cinematografía, el más prestigioso reconocimiento, y pocas semanas después, en la Seminci de Valladolid, era la elegida para presidir el jurado internacional.
Por el contrario, en Sevilla no hubo hueco, un año más, para que un andaluz formara parte del jurado, ¿acaso ninguno de los notables directores, productores, guionistas o intérpretes andaluces posee el talento suficiente para Cienfuegos? Otro tanto podría decirse a propósito de la gala de inauguración, ¿era necesario recurrir de nuevo más allá de Despeñaperros a profesionales habiendo aquí artistas del talento de Los Síndrome o la genial pareja de la divertidísima “En Sevilla hay que viví”?; obra que, por cierto, se puede ver este fin de semana en el Teatro Cuna.
Esta desconfianza o recelo hacia nuestro talento se pone de manifiesto también en la completa ausencia de andaluces en el equipo de dirección del festival, caso único en Andalucía y sin equivalente alguno en el resto de España, lo que confiere una actitud colonial que resulta ignominiosa
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