Según cita literal de Píndaro, fragmento 292, recogido también por Platón, Teeteto 173e: Nada hay más triste que el hombre que anda dando vueltas, indagando las entrañas de la tierra… (Meditaciones de Marco Aurelio, Libro II,13). Y esa es la nueva sensación que produce alguna clase política, irrumpiendo a través de situaciones ciertamente incomprensibles para una gran parte del electorado y en las que imagino subyacen otros objetivos ¿políticamente espurios? que no desean que compartamos.
Ciertamente, las actuaciones políticas que se vienen desarrollando de un tiempo a esta parte se parecen mucho al supuesto “de indagar en las entrañas de la tierra”. De nuevo, gran parte del electorado se somete a nuevas preguntas procedentes de la misma raíz, pero inmersas, al día de hoy, en reacciones desconocidas.
¿Qué plausible o retorcido significado político entronca con unos pretendidos “pactos contra natura” adornados con ficticias orlas bordadas de hilo áureo, tanto de ida como de vuelta? ¿Y ese nuevo arribismo a política de primera fila conocido? ¿Cumplirá con el objetivo deseado de la destrucción política del adversario? ¿Realmente beneficia a España un adelanto de elecciones en detrimento de otros pactos sin riesgos tan abismales?
No puedo evitar apartar de mi memoria un suceso curioso acaecido en España hace unos cuantos años. Era julio de 1982, y se jugaba en el estadio Santiago Bernabéu la final del Campeonato del Mundo entre Italia y Alemania.
Compartían el palco rebosante de personalidades, prácticamente hombro con hombro, el entonces presidente del Gobierno español, Leopoldo Calvo-Sotelo (en su más íntimo círculo familiar, Leti) y, el presidente de la República Italiana, Sandro Pertini.
El mandatario italiano, octogenario por aquellas fechas, también de sagacidad política, espetaba al presidente español, a su vez rebosante de adustez protocolaria:
-¿Es cierto, presidente, que disuelve Vd. las Cortes y convocará elecciones?
-Así es, respondió cortésmente Calvo-Sotelo.
-¡Pensará Vd. ganarlas!, aseveró de nuevo el Jefe de Estado italiano.
-No estrictamente, afirmó Calvo-Sotelo.
Observamos, pues, una similar situación técnica de convocatoria de elecciones, ante muy parecidas situaciones de antaño y actuales: derrumbes políticos. Para los actuales, la nueva convocatoria supone una óptica distinta entroncada “con lo que desean ver”. Es decir, desarrollar su empecinamiento.
Con mucha probabilidad, el resultado se corresponderá con un nuevo escenario inescrutable en estos momentos e imprevisiblemente cambiante, a medida que se acerque el 10 N, aunque el análisis actual conlleve las típicas dificultades del tiempo que falta por recorrer.
Para el Gobierno de Calvo-Sotelo, se trataba de una situación palpable, y su decisión estuvo plenamente identificada ante lo que desconocía ¡y, a lo que le tocaría enfrentarse! Era como si se tratara de una mina agotada de la época romana, que en lugar de réditos, daría problemas, por lo que optó por una solución prudente: contemplar las cosas, tal y como eran en esos momentos, apartándose del Ejecutivo.
Continúo realizándome la misma pregunta, sólo que de otra forma, refiriéndome a aparentes desmedidas ambiciones políticas y, a las que aún se encuentran por llegar, junto a voluntades probablemente espurias y deliberadas para no alcanzar acuerdos con ninguno de los componentes de nuestro arco parlamentario.
Resulta prematuro todavía aventurar acontecimientos, ya que, en política, los colores y no precisamente los del arcoíris, son tan cambiantes como los humores. Aún falta mucho tiempo para el 10 N. así que mantengamos la confianza en nosotros mismos, únicos garantes de nuestro leal saber y entender, y desconfiemos de los habituales “cantos de sirena” que ya se anuncian por esos caminos de Dios... y que cada cual vote o no, en conciencia, pero aseverando que España se merece un trato más distinguido.
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