Turistificación. ¿Pero qué significa esta palabreja? Seguro que esta pregunta se la habrán hecho muchas personas cuando hayan leído el titular del artículo. Aquí tiene una definición : impacto que tiene la masificación turística en el tejido comercial y social de determinados barrios o ciudades.
Por todos es bien sabido que el turismo es una de las industrias más importantes para la economía de nuestra ciudad, tanto por el número de personas empleadas (en muchos casos no tan bien como ellas quisieran) como por su aportación a la riqueza de la ciudad (distribuida de forma poco equilibrada). ¿Qué impacto está teniendo en la actualidad el turismo en la ciudad?
Por un lado, en los últimos años hemos constatado el aumento en el número de hoteles, apartahoteles y edificios de apartamentos turísticos en Sevilla. En el año 2016, según el Instituto de Estadística de Andalucía, en Sevilla capital existían más de 20.500 plazas hoteleras y casi 3.000 apartamentos turísticos. Y estas cifras van en aumento a juzgar por las obras de nuevos hoteles y edificios convertidos en apartamentos turísticos.
Es clara la apuesta de los inversores por este sector que está proporcionando altos porcentajes de rentabilidad. Y no olvidemos el fenómenoAirbnb, el portal de internet donde se ofrecen pisos particulares para alquilar. Según las estadísticas de la web especializada AirDNA, en la actualidad hay en Sevilla capital algo más de 5.000 referencias para alquilar. La gran mayoría no estarán regularizadas, es decir, son ilegales.
A lo que hay que sumar el efecto que tiene sobre el mercado de alquiler residencial : muchos pisos se destinan a esta actividad, por lo que se reduce la oferta y suben los precios, lo que provoca que muchos residentes tengan que irse a vivir a la periferia. Y no olvidemos que para Sevilla es muy importante recuperar los 700.000 habitantes para aumentar los fondos que recibe de la Administración Central.
Por otro lado, los espacios de la ciudad se están especializando en “barrios para vivir” y “barrios para visitar”. Como en otras ciudades españolas y europeas, se sustituye población estable por población flotante, y el centro de las ciudades se convierte en un área puramente comercial, no de vida cotidiana. El tejido comercial se transforma para acoger y responder a las necesidades de estos habitantes efímero que son los turistas: desde el souvenir hasta el producto gourmet, desde la tapa más clásica hasta la paella congelada.
¿Qué medidas deben llevar a cabo las administraciones local y autonómica para limitar o reparar los efectos negativos del turismo, como la precarización laboral (el caso de las camareras de piso cobrando 2 € por habitación), o el aumento del precio en el mercado de alquiler residencial? Otras ciudades como Madrid o Barcelona ya han empezado a actuar. Implantar una tasa turística, la regularización de los pisos sin licencia y la apuesta por el turismo sostenible como herramienta estratégica en el desarrollo económico de la ciudad deben ser políticas esenciales para conseguir que el turismo tenga un impacto equilibrado en la vida de quienes habitamos esta ciudad, al tiempo que contribuya a generar ingresos y empleos dignos para la población local. No olvidemos que el desarrollo de la ciudad será sostenible siempre que se satisfagan las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.
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