A punto de cumplirse ocho años de la aprobación de la Ley 52/2007 –más conocida por todos como Ley de Memoria Histórica-, el callejero sevillano todavía cuenta con algunos nombres que homenajean a destacados responsables de la dictadura franquista. Sin entrar a discernir sobre la conveniencia o no de aquella polémica ley, coincidirán conmigo en que en un estado de derecho, las administraciones deben ser las primeras en cumplir lo que se decide en el Parlamento. Sevilla en todo caso no es el peor ejemplo entre las ciudades quebrantadoras.
Aquí no han sido pocas las calles rebautizadas, aunque de vez en cuando se haya hecho alguna chapuza -de esas que nos son tan propias-, como el cambio de la calle Vara del Rey en Santa Justa, y su mantenimiento a su paso por Nervión, dando lugar a una nueva calle con dos nombres.
A mí, como historiador, una de las calles que más me desconcierta es la dedicada a José María Osborne, un conocido aviador franquista, cuyo nombre se decidió eliminar, al entenderse que representaba una exaltación al levantamiento militar. No se equivocaban desde luego los promotores de la iniciativa, ya que Osborne estuvo implicado desde primera hora en el alzamiento, participando en varias misiones a bordo de los tristemente célebres Junkers nazis, desde los que bombardeó ciudades como Madrid o Brunete, hasta que finalmente fue derribado en acción de guerra.
Aunque todo parezca muy claro, un sobrino suyo siguió entendiendo que su tío merecía esa calle, ya que según sus palabras: “era un simple señor que luchó en uno de los dos bandos”. No conforme con la decisión, el susodicho presentó un recurso que, contra todo pronóstico, tuvo éxito. El juez José Luque Teruel le dio la razón, sustentando el fallo en que el nombre "no evoca, ni recuerda, ni enaltece la Guerra Civil” y a que “la mayoría de los sevillanos probablemente asocien el apellido Osborne a la empresa de la que fue presidente, La Cruz del Campo, o a las referencias que el apellido pueda sugerir (bodegas, vinos, toros)”.
Aunque es de agradecer que en su sentencia el juez no hubiese dicho nada de que a los sevillanos Osborne nos recuerda al cantante Bertín, yo sigo indignado por aquella decisión que el gobierno Zoido nunca recurrió. Hoy, parece improbable que alguien piense ya en cambiar de nombre la calle, algo que podría hacerse todavía sin recurrir a la Ley de Memoria Histórica. Estoy pensando mucho en la manera de proponerlo en el distrito, y creo que finalmente, por hacer la gracia y basarme en lo expuesto por el juez, voy a sugerir que la calle pase a llamarse Cruzcampo.
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