Estamos en periodo preelectoral y es por lo que se nos demandan comentarios, análisis y opiniones al sensible y por ello inestable sector de las Artes Escénicas. ¿Hasta cuándo va a seguir así? ¿Dónde está la ley que garantice la continuidad del sector hubiera o no elecciones? ¿Vamos a seguir dependiendo de las aleatorias decisiones de los gobernantes de turno sin un claro y consensuado modelo a seguir entre las diversas fuerzas políticas? ¿Dónde están los compromisos concretos para el sector en los programas electorales de las fuerzas políticas, más allá de rimbombantes discursos generalistas que no llevan a programas concretos? ¿Dónde están los responsables de los diferentes gobiernos con preparación previa y criterios sobre el sector? ¿Hay conciencia colectiva de que formamos parte del patrimonio de una comunidad? Patrimonio intangible pero patrimonio al fin y al cabo.
Formamos parte del patrimonio de una ciudad y por lo tanto uno de los grandes atractivos para el turismo. ¿Hay conciencia colectiva de que somos un sector fundamentalmente generador de empleo? ¿De que somos uno de los sectores más capaces de dinamizar a las fuerzas productivas y colaborar en la subida del PIB? Por cada euro que recibimos generamos cuatro. ¿De que devolvemos en impuestos y otros subsidios el 60% de lo que recibimos? ¿De que elevamos el nivel cultural y, por lo tanto, la capacidad del ciudadano para ser más libre? ¿De que el número de butacas de una ciudad, junto al de camas hospitalarias y aulas, es determinante para calcular los índices de bienestar de una población? Y cuando hablamos de butacas hablamos de butacas ocupadas, en uso, porque no nos sirve para casi nada que en Andalucía tengamos un sobrado número de teatros, edificados o rehabilitados para mayor honra de sus alcaldes o titulares, pero que están inoperativos o inhábiles.
Y, a pesar de ello, no tenemos ni una ley que garantice la continuidad y desarrollo del sector. Sólo normativas, más o menos efímeras, a disposición aleatoria de los gobernantes. ¿Nos sorprendemos de que desaparezcan, de un día para otro, o escaseen, teatros, compañías, centros coreográficos, programas, Festivales, etc.?
Todo Estado junto a sus administraciones locales está obligado a garantizar unos derechos mínimos a sus ciudadanos: educación, sanidad, vivienda, asuntos sociales, trabajo y acceso a la cultura; son principios constitucionales. Y cuando hablamos de acceso nos referimos tanto al derecho a recibirla como público, como al de producirla como creadores. Y en esta doble vertiente es donde aparece la necesidad de inversiones por parte de las Administraciones Públicas. Unas entradas asequibles a los espectadores suponen el 35-40% de los costos reales, por lo que para que un programa se pueda llevar a cabo es necesario un apoyo público de entre el 60-65%. Cifras que, por otra parte, de ninguna manera se cumplen.
La media de los recursos que están recibiendo en estos momentos de crisis los teatros de gestión privada de nuestra ciudad es de 60-65% de recursos propios, taquilla y otras aportaciones, y 35-40% ayudas y patrocinios. Exactamente lo contrario. Es fácil entender que terminamos el año con déficit. Esto no ocurre con los teatros públicos, sostenidos en su totalidad por las Administraciones que los regentan.
Si seguimos así desaparecerán los ya escasos teatros de gestión privada puesto que la situación es insostenible y está dando pie a que el sector se esté esquilmando. ¿Hasta cuándo esta situación? ¿No sería el momento de debatir y consensuar una ley del sector que garantizara unos derechos y obligaciones tanto del sector público como del privado y que diera pie a una continuidad y estabilidad a las Artes Escénicas?
Un pueblo que no ama y protege su teatro está muerto o está moribundo, dejó dicho Federico García Lorca. Y yo añado: “y es responsable de la destrucción de su patrimonio y pensamiento, por lo que se hace responsable de su esclavitud”.
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