Transformemos las Facultades de Educación

Publicado: 02/02/2015
La universidad ya no es la institución que está liderando el cambio social sino que son las asociaciones, las instituciones culturales, los colectivos híbridos, los estudios de diseño y arquitectura, en definitiva, las organizaciones que interactúan con la sociedad.
Creo que ya todos pensamos que la educación occidental necesita un cambio. Un cambio profundo que ya nadie cuestiona. Un cambio radical que ponga patas arriba todo lo que se ha considerado necesario hasta el momento. En esto estamos, afortunadamente, todas y todos de acuerdo. La pregunta que nos estamos haciendo ahora es más bien cómo llevar ese cambio a cabo.

En esta ardua cuestión metodológica, con diferentes ópticas y enfoques, hay una realidad que destaca sobre todas los demás: la #rEDUvolution sólo podrá ejecutarse a través de una formación disruptiva del profesorado, una formación contemporánea que aborde los problemas de las prácticas educativas que nos rodean en vez de abordar los problemas de un modelo que definitivamente hoy ya no tiene sentido.


Una práctica educativa que en vez de dar recetas, ayude a posicionarse, que en vez de obsesionarse con la evaluación, se obsesione con los afectos, que en vez de perpetuar sistemas jerárquicos verticales, trabaje sobre procesos que posibiliten una democracia participativa, no sólo en el aula, sino también fuera de ella.


Si existe una serie de lugares que perpetúan de forma anacrónica, pero persistente, el modelo obsoleto que pretendemos cambiar, esos lugares son (en España) las Facultades de Educación; esos lugares donde se prepara de forma inicial a aquellas personas que han decidido dedicarse a la docencia como futuro profesional.


Ideológicamente muy conservadoras, por su pasado y presente fuertemente vinculado al catolicismo y otras organizaciones religiosas, evidentemente heredadas del franquismo, y que hoy en día están interviniendo en la legislación de forma directa debido a sus alianzas con el poder, uno de los problemas más graves de la educación en nuestro país.


Porque, no nos engañemos, los estudiantes sí quieren hacer la #rEDUvolution. Son las instituciones y, muchas veces, los profesores (y en concreto los profesores de universidad) los que se aferran a las prácticas que dominan, cerrando definitivamente la puerta al cambio.


Muchas de las Facultades de Educación que conozco operan como verdaderas perpetuadoras de un sistema pedagógico tradicional y absurdo. Quizás es que, como ya he comentado, la universidad ya no es la institución que está liderando el cambio social sino que son las asociaciones, las instituciones culturales, los colectivos híbridos, los estudios de diseño y arquitectura, en definitiva, las organizaciones que interactúan con la sociedad de una manera real, las que están dando ese paso.


Liberadas del corsé academicista, del simulacro de la investigación, del engrose curricular y de la certificación absurda, son las que están liderando la Revolución Educativa a través de esa formación diferente del profesorado que tanto necesitamos.


Sin cambiar la formación del profesorado de forma drástica y urgente, la Revolución Educativa simplemente nunca llegará. Necesitamos coordinadores valientes que se atrevan a dar el salto, agentes de cambio que decidan no poner en marcha cursos vacíos que sólo persiguen la certificación, sino acciones transformadoras que den tanta importancia al contenido como al formato, empoderen a los futuros profesores y a los que ya están en activo, para dar el salto o hacer más largo el recorrido de caída: un salto que quizás llegue algún día hasta la universidad.

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