El pasado viernes 28 tuvo lugar en nuestra ciudad la presentación de un curso sobre Dirección y Gestión de Eventos Deportivos que va a estar dirigido por nuestro amigo Anchoa. Al acto asistieron como ponentes especialistas en Economía y Derecho de la Liga de Fútbol Profesional, que informaron sobre el control económico que aborda la LFP con sus asociados para tratar de lograr el equilibrio presupuestario y que las Sociedades Anónimas Deportivas se encuentren en mejores condiciones en el futuro de las que existen hoy en día. Se mostraron optimistas, con un horizonte de tres-cuatro años, y confían en que en cinco años la Liga española vuelva a contar con los mejores jugadores, como hace unas temporadas.
En la siguiente mesa redonda intervino Javier Tebas, presidente de la LFP, junto a los directores generales del Sevilla FC (José María Cruz) y del Real Betis Balompié (Federico Martínez Feria). Tebas aprovechó la ocasión para felicitar a la directiva saliente del Betis por la gestión económica que había realizado en la temporada pasada: "Quiero deciros que me siento orgulloso de que hayáis estado en la Liga BBVA, donde habéis sido un ejemplo en el ámbito de la gestión económica. A veces el entorno no hace justicia. Me habéis enseñado muchas cosas en un ámbito que, aunque uno lleva muchos años, siempre se aprende algo nuevo".
Posteriormente, felicitó a la entidad sevillista por la solidez estructural de su sociedad y le auguró muchos éxitos en el futuro. De pronto, una pregunta al director general del Sevilla cambió el rumbo de la sesión. Lo que era una concienzuda reunión con cifras, leyes, casos particulares, elogios y esperanzas se convierte en un análisis profundo sobre el caso de los seguidores sevillistas que se habían desplazado a Rotterdam.
Nos dio toda una lección de cómo estaban preparando los grupos violentos la llegada de seguidores, de cómo se organizan, de cómo se citan, qué arsenal portan y cómo la Policía tenía previsto actuar. Puedo asegurar que la mayoría de los presentes estaba en vilo. Alguien pudo pensar que era un tanto exagerada la perspectiva que nos había descrito Cruz, al que no conocíamos su versión de profeta.
Desgraciadamente, los sucesos del domingo 30 por la mañana nos volvieron a la triste realidad del fenómeno de la violencia, que me resisto a ponerle el calificativo de “en el fútbol”, porque no se trata de que este deporte engendre violencia per se, sino de que el espectáculo más masivo que existe hoy en día en nuestra sociedad sirva para vehiculizar esa necesidad de sacar a flote los sentimientos más indignos de nuestra condición humana.
Según Jaenes, psicólogo deportivo, “el fútbol sirve como canalizador para conductas violentas, arropadas por el color, el escudo, el club donde de alguna manera canalizan sus frustraciones: paro, falta de expectativas, situaciones personales a veces deplorables, y con el apoyo del grupo, donde se mimetizan y se vuelven invisibles y fuertes, son capaces de llegar a actitudes de lo más violentas”.
De todas formas hay una nueva versión de estos actos aún más patológica. Es la cita previa para dar rienda suelta a la agresividad, a la frustración y ejercer la fuerza y el poder sobre los demás. ¿Quién es capaz de llegar a Holanda desde Polonia para pegarse con unos individuos a los que ni siquiera conoce?
Tenemos y debemos erradicar de nuestro deporte y de nuestras vidas estos espectáculos de violencia gratuita y sin sentido. Nadie gana con esto y todos perdemos, en mayor o menor grado. Las distintas medidas que están adoptando nuestras autoridades deportivas deben ir encaminadas a que el juego sea limpio y el espectáculo festivo. Lo que está claro es que la ley y los clubes deben poner límite cero de tolerancia a este tipo de actitudes y cada uno de nosotros, en su parcela, ir eliminando tópicos, gestos, comentarios que puedan dar pábulo a situaciones de índole racista, xenófoba o violenta.
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