las últimas declaraciones de Pablo Iglesias, líder de Podemos, han levantado, según calculada intención, más de una polvareda. Así ha sucedido con la postura de la flamante nueva formación política en el tema de la financiación de la escuela de iniciativa social, la concertada.
En declaraciones a la SER y al programa de Ana Pastor en La Sexta, puso de manifiesto que de llegar al poder acabarán con los conciertos. Resulta paradigmática, en cuanto a su proceder, su respuesta, y así en sólo un par de minutos y en contestación a una sola pregunta, apuntó que no mantendrá los conciertos, reduciéndolo a ámbitos experimentales, porque dicha escuela es contraria a la escuela pública, es de los obispos y es segregadora por sexos. No entraré ahora en responder a tamaña provocación, no me merece la pena.
En realidad esta postura no es novedosa. Podemos, ya en su “documento final del programa colaborativo”, recogía la “eliminación de cualquier subvención y ayuda a la enseñanza privada, incluida la modalidad de concertada, destinando el ahorro a la financiación y mejora de los centros públicos”.
Estas declaraciones han provocado debates en los medios (algunos más afortunados que otros, porque no siempre los contertulios saben de todo y a veces olvidan que para opinar se debe tener una opinión formada). Destaco, entre la vorágine, uno de 13tv en el programa “El Cascabel”, que no parece sospechoso de connivencia con Podemos. En el mismo, y aun contando con buenos contertulios, la defensa de la concertada se llevó al argumentario de que da mejores resultados, es más barata, e incluso a que los padres pueden elegir llevar a sus hijos donde quieran y que faltaría más... y hasta se afeó que muchos políticos defensores de la escuela pública y única lleven a sus hijos a la concertada, cuando no a la privada.
Pero desde mi punto de vista se obvió el principal argumento, la primordial razón, y nadie habló del ideario del centro concertado, que es lo que lo diferencia cualitativamente (relativo a la cualidad, que no necesariamente a la calidad), del de titularidad de la Administración pública. Es el ideario expreso y explícito lo que hace sustancialmente distinto al centro de iniciativa social del centro público, y es la posibilidad de crear centros que ofrecen idearios y proyectos educativos dispares lo que fundamenta la existencia de los mismos, surgidos de la propia sociedad; y es el garantizar la posibilidad de que los padres puedan elegirlos, conforme a sus convicciones morales y religiosas, no sólo en teoría sino efectivamente, lo que justifica, incluso constitucionalmente, su financiación con dinero público, el dinero de todos. No podemos profundizar en esto, pero ciertamente todas las escuelas responden a un ideario; algunos son explícitos, y otros, como en la pública, son por omisión, por no elección de ninguno, o por exclusión.
Lo que preocupa no es que Podemos gobierne. No soy analista político y mi aportación en esto (probablemente en todo, francamente) tenga muy poco valor, pero hoy no creo que Podemos gane las elecciones. Posiblemente porque una cosa son las encuestas y otra muy distinta es darles el voto y dejar en sus manos el gobierno real y el devenir del país. Y también por el riesgo de que los ídolos que se crean vertiginosamente, con el impagable apoyo morboso de los medios, pueden caer más rápido aún, precipitados por el empuje cruel de los mismos. Esto está por verse. Lo preocupante es la tendencia al extremismo que el éxito mediático y popular de Podemos pueda provocar en el resto de grupos políticos, ansiosos de calcar no lo que da coherencia, estabilidad y visión de Estado, sino lo que da votos. El “esto ya lo decía yo antes” o el “pues yo más” puede abocar a una situación delicada a la libertad de enseñanza. Algo de esto han sugerido ya PSOE, IU, UPyD,...
Nos va a tocar a los defensores de la libertad de enseñanza hacerles ver a los políticos que minorar libertades públicas nunca es gratuito.