Es importante recordar que la legislación española es bastante paritaria en lo que respecta a medidas de conciliación. Tanto la excedencia como la reducción de horas por cuidado de hijos están disponibles tanto para padres como para madres. La baja por maternidad/paternidad reserva 6 semanas para la madre y 2 para el padre, pero hay 10 semanas que pueden usar cualquiera de los dos progenitores. Sin embargo, según datos de la Seguridad Social, en 2012 sólo el 57% de los padres usaron las 2 semanas del permiso de paternidad, y sólo el 1.2% usaron alguna parte de las 10 semanas “repartibles” de la baja de maternidad. Y según la EPA (2013), la excedencia por cuidado de hijos la usan sólo 3 hombres por cada 100 mujeres.
Un par de datos más de la EPA: de las mujeres de 30 a 45 años con hijos menores de 6, el 9% dice que trabaja a tiempo parcial debido al cuidado de niños u otras obligaciones familiares; el 14% no busca trabajo por estar cuidando de niños o responsabilidades familiares, y el 9% no estaría disponible para trabajar durante las siguientes dos semanas por responsabilidades familiares. Los porcentajes correspondientes para los hombres son, en los tres casos, inferiores al 0.5%.
Esta situación tiene graves consecuencias a largo plazo para la carrera profesional de las mujeres con hijos, debido a los largos periodos de inactividad o de trabajo a tiempo parcial tras la maternidad, con la consecuente depreciación de capital humano (como demuestran numerosos estudios, y como se resaltaba por ejemplo aquí). Además, se crea la expectativa por parte de las empresas de que contratar a mujeres en “edad fértil” implicará interrupciones o reducciones de jornada en algún momento, cosa que no se espera que ocurra si se contrata a un varón (de este tipo de efectos se hablaba aquí), creando efectos de tipo “discriminación estadística” contra las mujeres.
Por supuesto que el cuidado de los hijos es importante, pero éste no tendría por qué recaer de manera tan desproporcionada sobre las madres.
Después de todo, la única actividad que sólo pueden hacer las madres (después del parto) es dar el pecho, pero para algo está la tecnología (los “sacaleche” y los biberones). Y por supuesto que la opción de dejar de trabajar o trabajar menos horas para cuidar de los hijos, como hacen muchas madres, es más que respetable. Sólo planteo que en la actualidad esto no tiene por qué ser competencia exclusiva de las mujeres, y que en muchas familias probablemente tendría más sentido compartir más el tiempo de cuidado entre los dos padres, o incluso que fuera el padre el cuidador principal.
Si más padres dedicaran más tiempo al cuidado de sus hijos, mejorarían las perspectivas laborales de las mujeres a largo plazo, directa e indirectamente, por los dos motivos señalados más arriba.
Pienso que los hijos también se beneficiarían de una mayor presencia paterna (y existe evidencia científica en este sentido). Claro que la carrera profesional de los padres se podría resentir. No se puede tener todo (¡“nada es gratis”!). Pero, a cambio, pasar más tiempo con los hijos también tiene sus recompensas a nivel personal.
Como digo, no pretendo decir que sea óptimo para todas (ni siquiera para la mayoría) de las familias que el padre sea el principal cuidador de los hijos, o que el cuidado se reparta al 50% entre los progenitores. Pero sí creo que ya es hora de que dejemos de pensar que “por defecto” los hijos son responsabilidad principal de la madre.
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