La destrucción del patrimonio artístico sevillano

Publicado: 11/03/2013
La ocupación de la ciudad por las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia, la Desamortización de Mendizábal, la revolución de 1868, los incidentes acaecidos durante la II República y la Guerra Civil han provocado devastadores efectos sobre el patrimonio histórico artístico sevillan
El pasado 11 de febrero, en la Fundación Cruzcampo,  se presentó el libro Crónicas negras sobre la destrucción del patrimonio histórico artístico sevillano, de la editorial Jirones de Azul.
Dicha Crónica tiene sus fechas más relevantes.
1810: Ocupación francesa de Sevilla. El mariscal Soult usó los conventos como alojamiento para sus tropas. Desaparecieron  32 cuadros de Murillo, 28 de Zurbarán, 25 de Alonso Cano, 8 de Valdés Leal, 5 de Herrera el Viejo, 3 de Rubens y 2 de Roelas, entre los más notables.
Con el pretexto de abrir plazas y espacios públicos se derribaron dos parroquias mudéjares –Santa Cruz y La Magdalena– y el convento de monjas agustinas de la Encarnación.
1835-36: Desamortización de Mendizábal. Fue el atentado más voluminoso al patrimonio histórico-artístico de toda nuestra historia. Algunos ejemplos: la desamortización de la Casa Grande de la Merced –hoy Museo de Bellas Artes–, la Cartuja de las Cuevas y los conventos femeninos de Pasión y Santa María de Gracia –dominicas–, de Belén –carmelitas–, Dulce Nombre y Nuestra Señora de la Paz –ambos de agustinas y hoy conservados como sede canónica de cofradías– y los de San Miguel y Justa y Rufina, ambos de franciscanas concepcionistas
A cambio, la primera mitad del siglo XIX puede calificarse de “la época de las plazas” ya que nacieron las del Museo, la del Cristo de Burgos, la de la Magdalena, la de la Alfalfa, la Plaza Nueva, la de Santa Cruz y la de la Virgen de los Reyes. El mercado central se levantó sobre el solar del convento de la Encarnación.
1868: Revolución de septiembre, que como más significativo se llevó por delante a la parroquia mudéjar de San Miguel y el Oratorio de San Felipe Neri. Las puertas y la mayor parte de las murallas de la ciudad desaparecieron sobre esa fecha.
1931-32: II República española, quemándose la capillita del señor San José y el colegio jesuítico de Villasís. En 1932 ardió San Julián, perdiendo la Hiniesta sus imágenes primitivas.
1936: Inicio de la Guerra Civil, el 18 de julio, con incendios o saqueos de San Julián, que ardió por segunda vez, Santa Ana, San Gil, Omnium Sanctorum, San Juan de la Palma, San Román, San Roque, San Bernardo, San Marcos, Santa Marina, Montesión, Las Salesas,  La O, San Bernardo, convento de San José de mercedarias y la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores.
No sólo las revoluciones han contribuido a la desaparición de parte de nuestro patrimonio. Hay que añadir la especulación del suelo en los años del desarrollismo –década de los años 1960 y posteriores, años en que supeditadas las decisiones políticas urbanísticas a fuertes intereses económicos hicieron desaparecer importantes edificios, en este caso la mayoría de carácter civil, como el palacio de Miguel Sánchez-Dalp;  el palacio de los Solis; el de los Cavaleri y el de los Condes de Gelves.
Pero todo no es de color negro. En la década de 1980 se recuperó parte  de la muralla –colegio del Valle, Casa de la Moneda, Torre de la Plata, tramos de las  calles Goles, Gravina, Zaragoza, Plaza de Molviedro, Castelar, Tomás de Ibarra, Sol–. 
La Expo 92 impulsó el proceso restaurador –Cartuja de las Cuevas–. Hospital de las Cinco Llagas, Palacio de San Telmo, Casa de Miguel  Mañara,  palacios de Altamira y el de los marqueses de la Algaba,  Museo de Bellas Artes, monasterio de San Jerónimo, los Terceros, parroquias de San Isidoro, San Andrés, San Bartolomé, la Magdalena, San Lorenzo, San Vicente, San Román, y barrios como San Bartolomé, el Ayuntamiento de Sevilla y algunos edificios más, en los que la  iniciativa privada ha sido protagonista –Hospital del Pozo Santo, Venerables y el del Salvador–.
Se han recuperado espacios arqueológicos – castillo de la Inquisición y los restos romanos de la Encarnación en el Antiquarium–.
Aún queda tarea por realizar: Santa Catalina y los conventos de San José, Madre de Dios, San Leandro y completar Santa Clara.

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