La sobresaturación de información a la que nos exponemos hoy en día puede resultar un arma de doble filo para cualquier empresa que busca en Internet un lugar donde darse a conocer. Es evidente que el perfil del consumidor actual difiere enormemente de aquella concepción de consumidor pasivo y desinteresado, pasando a conceptualizarse como el nuevo “prosumer” o prosumidor, es decir, un nuevo consumidor más informado, exigente y proactivo que ha fomentado el equilibrio de poder entre marcas y consumidores.
El “prosumer” de hoy día es aquél que cuando detecta una comunicación o una oferta la comparte abiertamente en sus redes sociales, lo que obliga a cualquier empresa a investigar continuamente las necesidades, hábitos y actitudes del consumidor, con objeto de construir una comunicación bilateral y fluida entre ambos y poder ofrecer productos y servicios que se adapten a las exigencias actuales de la sociedad.
Es indispensable crear en el consumidor una necesidad, incidiendo en la diferenciación que dirija su elección hacia una marca. Para llevar a cabo esa estrategia, el uso activo de las redes sociales es algo fundamental. No obstante, aun cuando las redes sociales conllevan enormes beneficios, hay que ser conscientes de la dedicación y profesionalidad que requiere un uso adecuado de las mismas. Estas plataformas pueden ser nuestra mejor carta de presentación y pueden ofrecer oportunidades profesionales impensables hasta ahora, pero… ¿Somos verdaderamente conscientes de los daños reputacionales que este nuevo “social media” puede suponer?
La formación y el asesoramiento jurídico en el mundo digital y en el desarrollo de nuevas tecnologías es imprescindible para dar una nueva respuesta a la sobreexposición a la que se encuentran sometidas las empresas hoy en día. Y es que la velocidad a la que se suceden los avances tecnológicos es tan vertiginosa que, a veces, la vida se desarrolla por delante del Derecho.
Este impacto social está generando profundas transformaciones para las que debemos capacitarnos profesionalmente. Estos nuevos modos de relación social y estas nuevas tecnologías disruptivas que continuarán impactando en la sociedad durante los próximos años, supondrán nuevos retos y desafíos que afectarán al desarrollo y a la evolución de todos los sectores profesionales.
Estamos obligados a evolucionar, a innovar, a adaptarnos y a garantizar la protección individual de todo el que queda expuesto al mundo a través de internet.
La cuestión es… ¿Estamos preparados para todos estos cambios?
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