Por desgracia para mí, definitivamente he dejado de creer en la Justicia con mayúsculas en España. A lo largo de mi vida profesional he perdido muchos pleitos y gracias a Dios he ganado muchísimos más. Pero por muchas razones he ido siendo impregnado de esa sensación que aleja a la Justicia en muchos casos de la imparcialidad que debía presidir sus actuaciones.
Ello en unos tiempos en que se producen sucesos como el de La Manada, cuya Sentencia me parece justa y cuyos criterios comparto, pero sin que pueda entender cómo se notifica el fallo sin los razonamientos jurídicos el mismo día de la vista y se detiene a los culpables antes de que conozcan la Sentencia.
Estos modos dan a entender otras cosas de forma innecesaria, cuando además inmediatamente salen los responsables políticos sacando pecho y de algún modo vanagloriándose de haber sido decisivos en esa resolución judicial.
Por medio constantemente estamos oyendo conjeturas sobre lo que puede hacerse desde la política con la Sentencia del referéndum catalán. O ejerciendo presiones sobre algunos jueces, que son vistos como magníficos o cuasidelincuentes según cual sea el grupo de prensa que habla de ellos.
Sólo puedo seguir luchando en el ejercicio de una profesión que amo pero que la veo sumergida en tiempos muy malos para la Justicia y para aquellos grandes jueces que desde luego también tenemos, que cada vez tienen un panorama más desolador para ejercer con toda libertad su admirable labor.
Tampoco creo que las formas de la Fiscalía sean las más edificantes. Y las de la Universidad tachando abogados las más defensoras de la libertad. Pero a estas alturas, y para mi personal decepción, edificante, formas, independencia, educación, imparcialidad, etc. son valores cada vez más alejados de la Justicia que vivimos. Qué pena.
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