Tenemos que votar otra vez. Los políticos no han entendido el mensaje de los votantes, y en vez de conseguir acuerdos para sacar España adelante, nos abocan de nuevo a unas nuevas elecciones, respecto a las que somos muchos los que pensamos que es muy probable que no resuelvan absolutamente nada. Y además de no arreglar nada, ni el paro, ni la corrupción, ni la crisis… encima nos costará de nuevo el dinero a todos.
La aparición de los nuevos partidos ha venido a romper la dualidad pero no ha aportado verdaderas soluciones en las que prime por encima de todo una idea de España y del beneficio de todos, para volver a ofrecernos esa imagen de que acaban luchando por sus propios intereses de partido en lugar de por el bienestar general.
Los resultados del CIS reflejan que el 80% de los españoles volverá votar lo mismo, y los que dudaron lo hicieron en su inmensa mayoría entre Ciudadanos y PP, o entre el PSOE y Podemos. Ahora bien, si ese 20% no se cambia de forma mayoritaria hacia un lado u otro, nos podemos ver irremediablemente en una misma situación, sin mayoría clara, y quizás aún muchas menos sinergias, viciadas dados los pactos forzosos y de cara a la galería que se han realizado en estos meses de tiempo perdido.
Sin querer prejuzgar la posición de cada uno, me han parecido de una coherencia lapidaria las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid en la que viene a decir que los propios políticos no pueden esperar a que las urnas resuelvan por sí solas la incapacidad de los partidos para llegar a acuerdos, y que resumen la reflexión anterior. Y me parecen absolutamente erróneos esos vetos que se proclaman y que ponen la imagen que se quiere dar de cara a las elecciones y los votos por los que se quiere pelear por encima del objetivo común.
La falta de confianza de los ciudadanos en la clase política es cada vez mayor, y esta situación no contribuye para nada a suavizar ese cansancio. Me temo que se confirmará en la participación en las elecciones de junio, aunque me gustaría equivocarme.
El ciudadano que vaya a votar, lo hará buscando lo que entiende menos malo, y es claro que lo hace cada vez menos convencido de lo que vota o de que su voto sirva de verdad. Y ya no solo por la incapacidad notoria para resolver problemas o por los ya innumerables casos de corrupción de todo color político, sino por lo que ahora se certifica, esto es, que una vez más han sido incapaces de mirar por el bien común, por el bien de todos, en lo que claramente necesitaba un esfuerzo en un pacto de Estado. La oportunidad era ahora, ya veremos cómo se complica la situación en junio.
