“Fortaleced vuestros corazones”, este mensaje dado por el Papa Francisco para la Cuaresma de 2015 resume el objetivo que hay que prevalecer en este tiempo del calendario católico. Y no es un mensaje cualquiera, pues el fortalecer el corazón en estos tiempos tan difíciles y difuminados no es empresa fácil.
Es por ello que todos los hijos de la cristiandad debemos captar el mensaje e intentar llevarlo a cabo de la forma más práctica posible. Pero ahora bien, ¿Qué es la Cuaresma? ¿Qué se celebra durante este periodo religioso? ¿Qué representa dicha etapa en el calendario católico?
Quizás si tuviésemos que realizar una breve definición del término podríamos decir que se trata de un periodo de cuarenta días de duración que se desarrolla desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Ramos, que consiste en la preparación del espíritu del fiel para la llegada de la fiesta de la Pascua. Aunque en un principio su duración se estableció desde el Miércoles de Ceniza hasta la misa “In Coena Domini” celebrada el Jueves Santo, en el Concilio Vaticano II se decide reducirla hasta el día de “Passione Domini”, es decir, el Domingo de Ramos.
De esta forma, la Semana Santa cierra este periodo cuaresmal y tiene como objeto la veneración de la Pasión de Cristo desde su entrada mesiánica en Jerusalén. Así mismo, durante dicho periodo, se lleva a cabo una “penitencia” del fiel para redimir el pecado en recordatorio a los cuarenta días que pasó Jesucristo en el desierto, y en este punto, debemos llevar cabo una redención del pecado y una limpieza del alma mediante el fortalecimiento de nuestros corazones.
Pero por otro lado, este periodo además de representar la gran llamada de la Iglesia a todos sus fieles para la purificación de la culpa, nos introduce en un tránsito mágico para todos los cofrades. Dicha etapa marca la cuenta atrás definitiva, la resta de la angustia de todo un año esperando la llegada de la Semana Mayor del calendario cristiano.
La Cuaresma en el ámbito cofrade se traduce en la inmersión en un ciclo con una infinidad de actos cofrades, desde los conciertos de bandas a los traslados de imágenes, desde los triduos a las presentaciones de carteles de hermandades, desde los viacrucis a los pregones, desde los quinarios a los ensayos, desde los besapiés a los besamanos…
Este periodo marca el contagio de sentimiento cofrade que se extiende por las venas como si de una enfermedad se tratara y que busca su antídoto en el incensario encendido en cada hogar resplandeciendo olor y fragancia.
Del mismo modo, la Cuaresma marca el inicio de los ensayos de las hermandades, en el que todos y cada uno de los valientes costaleros renuevan y aglutinan la energía que van a derrochar durante la semana más grande y latente del año.
La Cuaresma nos recuerda cada año el lindo olor del azahar que al rozar nuestros ansiosos y nostálgicos olfatos nos advierte un año más de la llegada de la primavera y la esperada cuenta atrás.
Este periodo nos introduce en un ciclo de paz, hermandad, pureza, así como espiritualidad para poder preparar el cuerpo y alma con templanza y serenidad, haciendo posible la preparación del alma para vivir la Semana Santa de la forma más intensa y especial.
La Cuaresma es en definitiva, una mezcla interna de tradición, sentimiento, religiosidad, folclore y fe que no puede explicarse ni entenderse del todo si no se comprende que representa el recogido sentimiento cofrade de miles de almas que suspiran al ver iniciarse la rampa de salida hacia la semana más grande del año.
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