Alejandro Merello
Ya nos los advertía el autor de La Celestina, allá por el siglo XV: “no ha de ser oro cuanto reluce”. Pero en estos tiempos de la inmediatez, de la post verdad y las fake news, parece que cuanto más reluzca, más verdad es. Y ya de vuelta a la normalidad, empiezan los carruseles de noticias en redes sociales, anunciándonos a bombo y platillo el cambio de una señal de tráfico, el pintado de un paso de cebra o el anuncio de un cartel de barrio.
Espero no me malinterpreten, pero estos “logros” no deja de ser un quehacer cotidiano propio de labores de mantenimiento, alejados de lo que realmente esperamos de nuestros máximos dirigentes. Parece que nuestros políticos han tomado la pastilla aquella que un tal Doraimon sacaba de su bolsillo mágico y entrega a su protegido, Nobita, para que cualquier acción, por mínimo esfuerzo que esta requiriese, pareciera fruto de una contienda propia de guerreros.
Y lo peor de todo es que se lo creen. Recientemente, leí en redes sociales que el Partido Popular había celebrado su primer comité ejecutivo -entiendo del año-. El post nos presentaba a la “familia popular”, post verdad que poco tenía que ver con la imagen que acompañaba al mismo.
Es verdad que las familias han dejado de ser aquellas familias numerosas, donde había que sumar al padrino, a la novia de este e incluso a Chencho, aunque estuviera perdido. Pero la “familia popular” ha cambiado. Ya no sólo por los poco miembros que aparecen en la foto, sino porque la familia no ha crecido, más bien ha disminuido. Bueno… y por otros aspectos que prefiero reservarme.
A pesar del dicho del caballo ganador, y salvando a miembros a los que aprecio, la familia se asemeja más a un consorcio empresarial que a una unión desinteresada. Me llamó la atención no ver en la reunión a Alfonso Candón ¡Sorpresa!, ¡Alfonso ha sido “apartado” del comité! Y lo peor de todo, ¡sin él saberlo!
Para ser una familia, poco cariño demuestran a sus miembros… Pero claro, los que lo han apartado ya tienen experiencia en estas lides, sin ir más lejos, ya le hicieron la cama una vez.
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