Leocadia Benavente
Llama la atención que algunos de los actuales líderes políticos muestren una discapacidad absoluta a la hora de establecer pactos con otras formaciones, hasta el punto de hacernos pasar por las urnas como si de un juego de la oca se tratara, de oca en oca, a ver si en esa tirada de dados el resultado me gusta mas y me viene mejor para mis intereses.
El nacimiento de nuevas formaciones políticas, en vez de provocar apertura de mentes y entendimientos por la necesaria aritmética en pro del buen gobierno, ha radicalizado a muchos en que sus ideas y sus recetas son las únicas posibles.
Precisamente los que van de modernos en lo social y promueven todos los tipos de tonalidades en el amor, en las formas de familia, en la religión, etc, son incapaces de aceptar las ideas políticas del otro. .La sociedad va por otro lado, pero las campañas mediáticas nos encasillan en el pensamiento único
Todo este radicalismo no es más que el egoísmo de unos pocos de anular al resto, aunque sea a costa de repetir elecciones una vez y otra. La política se va pareciendo cada vez más a un juego de mesa, y menos a tratar de resolver las necesidades del ciudadano y de la ciudad.
Todo ésto lo digo para aquellos que se permiten el lujo de cuestionar que se voten temas a favor o en contra del equipo de gobierno, sin importarles la razón de ello. Siempre hay una razón de peso, aunque a algunos no les importe. Ellos son los verdaderos ultras.
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