La noticia con la que abrimos este periódico, en la que el alcalde portuense, Germán Beardo, traslada a la Asociación de Empresarios de El Puerto que asume con compromiso reducir los engorrosos trámites urbanísticos, es una noticia que a falta de llevarse a la realidad, es ya de por sí positiva.
Los empresarios necesitan de la complicidad municipal para dar cuantas facilidades estén de su mano para incentivar tanto la llegada de inversores, como la de fomentar y de ayudar en la medida de lo posible para que el Ayuntamiento se convierta en un socio más y no un lastre y una máquina de crear burocracia innecesaria que aburre y complica la expansión empresarial.
La simplicidad que impere por encima de eternos procedimientos que en nada ayudan y más cuando la ciudad debe abordar en los próximos meses unos proyectos que deben tener el respaldo del Consistorio para darle la cobertura necesaria y la mejor predisposición posible.
Asuntos de un calado como el Pepryche, el plan urbanístico que dé sentido al centro histórico y valga, en parte, de pilar para afianzar una recuperación que se hace esperar.
Ni que decir del aparcamiento subterráneo de Pozos Dulces o las inversiones de la EDUSI, la recuperación de las márgenes del río Guadalete con un paseo fluvial y un corredor comercial, son motivos más que suficientes para cambiar la tónica y el desarrollo y no los inconvenientes sean una realidad.
El Consistorio debe ser la primera oficina inversora y el puente crucial para que tanto la sociedad civil como los que deseen crear riqueza vayan de la mano.
Urbanismo vuelve a tener la lupa sobre un área que debe responder ante lo que viene por delante y después que haber estado en el foco de la polémica durante años.
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