El mes de abril está llegando a su final y lo puede hacer de una manera crucial para el devenir de los próximos tiempos y más que decisiva en clave política por todo cuanto hay que decidir, las quinielas siguen y siguen abiertas y con un escenario que nadie certifica lo que está a punto de pasar y con unas municipales en breve que pueden tensar más la cuerda o certificar que los nuevos tiempos aún no han escrito nuevos capítulos.
Algo habrá de indefinición cuando nadie asegura nada de nada, por más que las tendencias de unos y otros aventuren bloques definidos y encontrados de una parte y otra. El domingo será un día que va a marcar un antes y un después en todo, en las formas de hacer política, en la percepción que se respira de que votar regera las instituciones y que es el derecho más determinante que hay en democracia.
Las elecciones llegan después de una crispación, más política que social, tras la fragilidad y la inestabilidad mostradas por el Gobierno socialista de Pedro Sánchez. Será su gran reválida al presentarse a unos comicios muy abiertos y en que todos juegan a rascar del gran pastel y del que nadie va a dejar nada al azar.
Un Sánchez que llegó a La Moncloa después de una moción de censura que salió adelante gracias a los votos de los socios puestos en entredicho una y otra vez y que deberán, ahora, ganar ante el descrédito ganado a pulso.
La participación se presenta importante y decisiva para que la balanza decaida de un lado a otro. Del futuro Gobierno que salga saldrá la hoja de ruta que se marcará para moldear las locales, que igualmente y aunque vayan con otra marcha y otros condicionantes en su tendencia, lo cierto es que puede empezar a dibujar lo que nos vamos a encontrar en los ayuntamientos de todo el país. La gran convalidación está por venir.
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