La tribuna de El Puerto

De bien nacido es ser agradecido

Estamos dando rienda suelta a la permisividad, al insulto, a la demagogia y al odio. Eso sí, de un solo lado

Publicado: 21/12/2018 ·
12:47
· Actualizado: 21/12/2018 · 12:53
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Viva El Puerto

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Alejandro Merello

Permítanme que hoy dedique este espacio a un tema que, por motivos personales, llama mi atención. Les voy a hacer referencia a una conversación que en un origen entendí privada pero que, visto la deriva de los acontecimientos, considero oportuno hacer pública.Suscitada la polémica de la retirada de ciertos nombres -entre los que se encontraba el de mi padre- del callejero municipal, el pasado día trece fuimos testigos de un nuevo episodio de cobardía protagonizado por nuestros dirigentes municipales.

Jaleados por los fascistas del ala portuense de Podemos, armados hasta los dientes de odio y demagogia, olvidaron la conversación que David de la Encina tuvo conmigo. Yo no quiero entrar en el pasado familiar de la señora Roselló, a pesar de que ella sí que entra en el pasado cronológico de la mía. Pero apelando a esa amistad de la que hace gala por los “actuales Merello y Osborne” y en concreto con uno de mis hermanos, podía haber pedido a su compañera de Levantemos -a la que apoyó con su voto- que retirase la acusación de “asesinato” que dedicó a los que ofrecieron parte de su vida a lo público antes de octubre del 78.

Tampoco quiero dedicar mis palabras a la nueva concejal de Levantemos, ella sabrá la consecuencia de las suyas. También podía el Sr. Fernández, al que respeto por su coherencia política, haberme informado como prometió de los pasos que se seguirían en relación con este asunto ante la Junta de Andalucía. Pero ni él ni la señora Roselló que también olvidó su promesa de advertirme si este punto alcanzaba el Pleno para poder intervenir en él como afectado, se acordaron de mí.

Tampoco el Sr. De la Encina parece acordarse de mí y de sus palabras en la conversación a la que les he hecho referencia. Parece que esas palabras no son compartidas por su grupo municipal que apoyó la moción que a modo de capote les agitó Levantemos para sentenciar el cambio de nombre de calles. Estamos construyendo una sociedad totalmente dispar en beneficio de una mal entendida igualdad de clases.

Estamos dando rienda suelta a la permisividad, al insulto, a la demagogia y al odio. Eso sí, de un solo lado. En un solo sentido permitimos la acusación sin fundamentar, porque si. Porque viene del “lado correcto” y eso, eso, se llama cobardía.

Llegados a este punto, sería injusto no trasladarles a ustedes cual fue esa conversación. Una conversación que giró en torno a unas disculpas aceptadas por el “error fragrante” cometido con el buen nombre de mi padre -Francisco Javier Merello Gaztelu- y el de Juan Melgarejo.

Una conversación que prometía una disculpa pública y que terminó con esta afirmación: “No hay nada en contra de tu padre. Es más, ya me gustaría que de mí como alcalde hablaran la mitad de bien de lo que me han hablado a mí de tu padre. ”Pero, ¿saben que es lo más despreciable de este asunto? No, no es que se hayan olvidado de mí.

No es que se hayan olvidado de los míos, no es que olviden a los familiares de Juan Melgarejo, no. Lo despreciable de este asunto es que han olvidado lo que estas personas hicieron por El Puerto, sólo por el amor que sentían por él. Lo despreciable es que manchen el buen nombre de estas personas tildándolos de lo que no fueron. Y lo peor de todo: que no reconozcan lo que Sí hicieron. Ya lo dice el refrán: “de bien nacido es ser agradecido” … No hace falta que les diga qué son los no agradecidos, ¿verdad?

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