La tribuna de El Puerto

Yo no quiero un hijo gay

Alejandro Merello | Tal vez no seamos merecedores de que este colectivo nos acepte en nuestra intransigencia

Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
  • Carroza del Orgullo. -

Tal vez la afirmación que da título a este artículo no sea políticamente correcta, pero déjenme que me explique. Estamos a pocos días de la celebración del Día del Orgullo Gay, día señalado para reivindicar la aceptación de una tendencia sexual como una práctica normal en la sociedad de hoy en día, y que conmemora las revueltas protagonizadas por el colectivo LGTB tras la redada policial llevada a cabo en el bar conocido como Stonewall Inn, en pleno barrio neoyorquino de Greenwich Village.Verán, creo haberlo dicho en alguna otra ocasión pero no deja de ser menos cierto por reiterativo que para mí la orientación sexual de una persona no la define más allá de lo que lo hace su color favorito.

Nuestra personalidad es como un saco en el que se encuentran todas las características y circunstancias que vamos reforzando o recopilando a lo largo de la vida y si el resultado es una buena persona, a mí que más me da con quien se acueste.

El quid de la cuestión está en si la sociedad el siglo XXI acepta esta circunstancia como una opción normalizada. Desgraciadamente vamos dando paso hacia esa normalización pero aún quedan obstáculos que saltar.

Seguro que cualquiera de ustedes han sido testigos de un comentario jocoso ante una pareja que públicamente da muestra de su homosexualidad, incluso alguna vez nosotros mismos hemos recurrido al chiste fácil, o aún peor, al insulto estereotipado.Salir del armario aún pude ser un camino farragoso, salir del armario aún es causa de sufrimiento.

Tal vez no seamos merecedores de que este colectivo nos acepte en nuestra intransigencia. Mientras una sola persona sufra por su condición sexual, habrá motivos para la reivindicación… y mientras esta circunstancia se de, a mi no me gustaría ver a un hijo sufrir de manera injusta.

Dicho esto, aquí viene mi “pero”: la normalidad es, en este sentido, una consecuencia de la naturalidad. Aceptamos y normalizamos comportamientos, en gran medida, cuando estos son fruto de la naturalidad. Debemos aceptar la opción sexual como algo natural y cuando lo veamos como algo natural, estaremos aceptando su normalidad.Flaco favor hace la exaltación desmesurada de la provocación y el desenfreno que reina en la fiesta del Orgullo Gay.

Entiendo, acepto y no me provoca ningún juicio de valor la naturalidad en el colectivo LGTB pero no entiendo ni veo normal la exhibición gratuita y callejera que más que incitar al apoyo unánime de la sociedad, la divide.Déjenme que les exponga dos casos claros de una y otra postura: Jorge Javier Vázquez y Jesús Vázquez.

Mientras que el primero aprovecha cada ocasión que se le brinda en público para colocar una insinuación, una sugerencia o una alusión que se asemeja más a las desagradables manifestaciones públicas que desafortunadamente “escupían” los que antiguamente se conocían como “viejos verdes” –a mi me gustaría ver como se reaccionaría si esos mismos gestos los practicara un heterosexual en una cadena de televisión-; el otro, Jesús, no hace gala de su homosexualidad más allá de las que haría una persona, si… normal.  Todos sabemos que está casado, todos sabemos que su pareja es un hombre y que, además,  es muy feliz con él.

Pero su comportamiento es natural, confiriéndole a su vida una normalidad de la que ya podría aprender el otro.Mientras haya personas en el mundo perseguidos por su orientación sexual, está avalado la celebración del Orgullo pero que esta sea una reivindicación ante la injusticia, no una excusa para sacar a la calle la bandera de la obscenidad, el desenfreno y la acusación generalizada… porque por suerte, no todos somos iguales..

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN