El fracaso económico del Gobierno local es palpable. El malabarismo institucionalizado desacredita a un equipo de Gobierno que por una parte promete y aventura compromisos presupuestarios a colectivos y asociaciones y por otra, alarga unas cuentas que suma ya dos años sin aprobarse.
Cuesta entender sobremanera abrir la voluntad ciudadana en una dilatación cuando la burocracia, el gran enemigo institucional de la ciudad, deja sin fundamento esa proclamada democracia real pero que se convierte a todas luces en incompetente e ineficaz.
El Área de Economía del Ayuntamiento no pasa por su mejor momento. A pesar de los achaques excusativos que desde Peral se utilizan para querer argumentar la falta de Presupuesto, otros ayuntamientos, en cambio, con igual o peor situación financiera sí han podido sacar adelante sus cuentas y sus partidas presupuestarias.
Con el nuevo cambio de Gobierno central la lupa inquisitiva de Hacienda debiera decaer tras los reproches realizados meses atrás. El tiempo pasa y a mitad de año y a mitad de junio, nada parece cambiar por más que el borrador sea remirado y presentado a unos y a otros.
Cuestiones a solucionar como que de entre los 24 municipios españoles, la ciudad tiene una deuda de 15,5 millones de euros con los provedores y con un plazo de pago de 131 días. Una morosidad que se suma a un Presupuesto que se sigue sacando punta y sin que el guante de la oposición desaga el estancamiento real.
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