La tribuna de El Puerto

Agitar el agua con dinamita

Dr. Antonio Monclova Bohórquez | Si se utiliza dinamita para pescar, mejor ser acusado de agitar el agua que de ser un dinamitero

Publicado: 18/05/2018 ·
09:28
· Actualizado: 18/05/2018 · 09:28
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No termina de comprenderse por qué cuando ciertos “políticos” menosprecian o incluso insultan a ciudadanos de regiones diferentes a la suya, son calificados de racistas y xenófobos en vez de simplemente de esto último.

Sería sencillo criticar la deleznable actitud de ciertos individuos metidos a políticos pero no voy a tratar aquí de este tema, una vez más prefiero analizar cómo ciertos políticos y medios manipulan importantes conceptos bien diferentes para que el ciudadano los asocie, incluso en situaciones tan deplorables y kafkianas que al hacerlo solo logran exacerbar aún más los ánimos en vez de clarificar la situación.

Muchos creen erróneamente que los conceptos xenofobia y racismo tienen el mismo significado, ya que ambos implican el rechazo al prójimo.

La xenofobia es la aversión, rechazo u odio a los extranjeros, más por miedo a todo lo ajeno a la cultura propia que por prejuicios de raza. En cambio el racismo es el pensamiento o la idea de que una raza es mejor que otras.

Así pues, entre dos comunidades de la misma raza (o conjunto de razas) es difícil que surja racismo, mientras que la xenofobia puede surgir por motivos no siempre asociados a la raza.

En un modelo social cada vez más globalizado, el racismo no deja de ser una peligrosa lacra para la convivencia, pero pasa algo más desapercibido tras una xenofobia que desprecia a cada vez más gente no tanto por su raza como por su cultura, posición social e incluso aspecto.

Por desgracia se ha vuelto común el miedo o rechazo hacia asuntos tales como la inmigración, la pobreza o ciertas prácticas religiosas, lo cual beneficia a sectores políticos extremistas y populistas, creando un clima social muy peligroso que podría conducir a situaciones violentas. Acusar a ciertos políticos separatistas de racistas, además de xenófobos, es una forma más tajante de reprobar sus actuaciones.

Pero quizás algunos no les acusen solo de ser xenófobos porque piensan que sería como reconocer que su separatismo se basa en las peculiaridades “nacionales” que le atribuyen a sus comunidades, cuando lo cierto es que practican la xenofobia para conseguir que la ciudadanía apoye sus intereses políticos, económicos y hasta personales.

La xenofobia que muestran algunos separatismos populistas es una actuación basada en la firme convicción de que la mejor forma de conseguir que unos ciudadanos quieran separarse de otros es convencerles de que la cohesión les perjudica, aunque para ello tengan que mentir e incluso parecer racistas.

Mejor pasar por racista cuando no hay problemas de convivencia racial, que parecer exclusivamente xenófobo cuando los motivos para serlo son tan falsos que se pueden descubrir.

Si se utiliza dinamita para pescar, mejor ser acusado de agitar el agua que de ser un dinamitero, aunque solo sea por aquello de que “a río revuelto ganancia de pescadores”. 

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