La tribuna de El Puerto

El Disputado voto del Sr. Cayo

Alejandro Merello | Desde que firmamos nuestra renuncia la sensación que albergo es la de una liberación inesperada

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El pasado miércoles, mis compañeros y yo hicimos efectiva nuestra dimisión como concejales de la Corporación Municipal. Ha pasado tan sólo una semana desde que firmamos nuestra renuncia y la sensación que albergo es la de una liberación inesperada.

Me creerán o no, pero es cierto que nadar contra corriente es complicado. Sobre todo, cuando mientras esta pasa, todos te reconocen tu valentía y aplauden tu postura, pero te dejan atrás.  

Si bien, yo no me siento atrás, no me siento abandonado por los míos; es más, me encuentro muy arropado por los que verdaderamente lo son.  Dejo atrás el inmovilismo, dejo atrás el acatar sin preguntar –algo que en pocas ocasiones contemplé-, dejo atrás el pelear por lo que considero justo donde es inútil hacerlo. Ahora veo los toros desde la barrera y, si no fuera porque si el toro se la salta puede acabar pillándonos a todos, hasta me divertiría. Se acercan tiempos convulsos, con una amalgama de opciones políticas copando el horizonte.

Algunas viejas conocidas con aires de regeneración, pero con tufo a rancio y podrido, otras con la demagogia como bandera. Otras inútiles y algunas indecisas por no encontrar espacio en busca de quien dé más. ¿Quién se ganará la confianza del Sr. Cayo y cosechará su voto?

La calle anda desencantada y falta de interés por una lucha a la que cada día se ve más ajena.  Los que hemos formado parte del entorno político a veces –algo contra lo que siempre he tratado de luchar- perdemos un cierto contacto con la realidad y “magnificamos” como concursantes del Gran Hermano lo que se cuece en los pasillos de palacio.

Y si no fuera porque las decisiones que allí se toman acaban formando el caldo, más nos alejaríamos de la sociedad por indiferencia de esta.

La sociedad del siglo XXI ha evolucionado, ya no hay señores Cayo de los que disputar el voto. Es hora de situar al ciudadano en el centro de la política y, mientras no lo hagamos, seguiremos abocados a la distancia de la calle. Me resisto a considerar la política más allá de una pura vocación, no una salida profesional.

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