La tribuna de El Puerto

Conocimiento y comida rápida

Algunas personas se sienten capacitadas para conocer e interpretar plenamente el Mundo, solamente porque poseen una titulación, porque leen más que la mayoría

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Algunas personas se sienten capacitadas para conocer e interpretar plenamente el Mundo, solamente porque poseen una titulación, porque leen más que la mayoría o porque están al tanto las noticias.

Es innegable que estar cualificado, acumular conocimiento y ejercitar el intelecto mejora notablemente la percepción de la realidad, pero para poder recorrer el camino del saber también necesitamos motivaciones, perspectivas y experiencias que nos ayuden a entablar una relación clara y madura con las bases del conocimiento, impidiendo a la vez que nos infecte la contaminación conceptual, una plaga tan invisible y agresiva como una enfermedad contagiosa.

Las “enfermedades intelectuales” que aquejan gravemente a la educación y a la cultura, manipulan el conocimiento y dificultan su transmisión, por lo que la sociedad debe conocer sus síntomas para poder paliar los daños que ocasionan.

De estas enfermedades, una de las más contagiosas y dañinas es la que denomino “el conocimiento exprés”, un mal que afecta tanto a la difusión y comprensión de la cultura, como a la educación a todos los niveles.

Actualmente, la enorme cantidad de información disponible alivia rápida y fácilmente las ansias de saber de las personas, pero ocasiona una contaminación conceptual que favorece que muchas de ellas (especialmente las menos formadas) terminen creyendo que pueden acceder a la mayoría del conocimiento y la cultura sin apenas esfuerzo.

Además, la estructura de las fuentes de información y los contenidos que aportan, provocan a menudo que muchas personas no se planteen la necesidad de comprenderlos (por ejemplo, argumentando que están avalados por especialistas).

Mientras tanto, otros que si comprenden la información la pueden simplificar y manipular a su antojo. La rapidez con cual la información llega y desaparece del entorno social, suele ocasionar que muchos adultos solo quieran disponer de conocimientos para poder opinar (a veces incluso personas bien formadas intelectualmente).

Lo malo es que actuando así se abandona el auténtico camino del saber y se adoptan posturas que pueden conducir a la peligrosa idea de que “cualquier tipo de conocimiento puede desecharse y sustituirse por otro a conveniencia”.

En una sociedad que se siente orgullosa de poder acceder instantáneamente a muchísima información y de realizar infinidad de tareas a la vez, las nuevas generaciones (especialmente los de menor edad) corren el riesgo de terminar disfrutando del conocimiento y de la cultura de la misma forma en como disfrutan de la comida rápida, con prisas y sin apenas paladearla.

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