La tribuna de El Puerto

Cuidado con lo que compramos

Coordinador de Redes Sociales de NNGG El Puerto.

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  • Rubén Villar. -

Desde hace ya cierto tiempo, venimos notando nuevas formas en comunicación encima de un escenario político. A la hora de emitir mensajes a la ciudadanía, se hace cada vez con más fuerza explosiva. Y es que los tiempos de las repeticiones y las anáforas en los discursos ya es cosa de otros tiempos y países.

Sólo tenemos que mirar en internet cualquier discurso de la última campaña política del señor Valls, primer ministro francés, para darnos cuenta de la importancia anafórica y repetitiva en los discursos del país vecino. En las últimas elecciones departamentales francesas celebradas en marzo de este año 2015 podemos oír al señor Valls repetir frases como “el empleo” o “mi gobierno” hasta seis veces en un mismo párrafo.

Estas formas de comunicación aún las seguimos oyendo en el panorama político español, que es el que nos interesa. Cierto, pero cada vez menos. Si la idea de una regeneración democrática se contempla en, prácticamente, todos los discursos de los nuevos partidos en alza, cabría imaginar que lo novedoso de la situación no es la idea de regenerar a los políticos si no las nuevas formas en los discursos.

Pero parémonos a pensar en esto último unos segundos: ¿Estamos seguros de que lo realmente novedoso son las nuevas formas de comunicación y no la idea de una regeneración democrática? Todo depende del punto de mira por el que analicemos la situación, porque al final ni las nuevas ideas de los nuevos son tan nuevas, ni las nuevas formas en comunicación de los nuevos son, tampoco, tan nuevas.

“¡Queremos república!”, “¡Queremos una quita de la deuda!”, “¡Queremos, queremos, queremos!”. Ortográficamente no es posible mostrar la cantidad enorme de decibelios producidos por los que emiten este tipo de mensajes sonoros, ruidosos, puntiagudos… en definitiva, esperpénticos. Pero llegados a este punto, me veo obligado a apelar a la sabiduría maternal y citar algunos de los refranes y frases tan repetidos y repetitivos pronunciados por nuestras madres. Frases como “querer no es poder” o refranes como “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
Solo hay que tener un poco de noción histórica y geográfica para darse cuenta de la poca novedad que existe en estos mensajes, pues su contenido ya se ha llevado a cabo, y su forma ya ha sido empleada por gobiernos neocomunistas donde parece ser que el que más grita y el que más ruido hace subido a un escenario político es el que lleva la razón o cuyos ideales son mejores.

Pero que no nos engañen, que una persona grite más no significa que sienta más el mensaje emitido o que sea mejor o preferible ni nada por el estilo. Tenemos que tener en cuenta que al fin y al cabo lo que cuenta es el fondo del mensaje, y no porque a mí me lo griten y lo defiendan con una fuerza sobrehumana quiere decir que yo termine por aceptar aquello que me transmiten: “Qué razón tiene”. No, razón ninguna, nos puede gustar más o menos las formas de algunos u otros pero atención a lo que dicen y no al cómo. Porque el buen vendedor, al fin y al cabo, puede vender cosas no tan buenas.

Rubén Villar, coordinador de Redes Sociales de NNGG El Puerto.

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