La Taberna de los Sabios

La crónica de una crisis anunciada, con nombre propio

El gobierno Sánchez, en apenas unos meses alborotados y compulsivos, ha causado un enorme destrozo en nuestra economía

Publicado: 06/03/2019 ·
09:37
· Actualizado: 06/03/2019 · 09:37
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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No nos va a ir bien. Apenas si comenzábamos a sacar cabeza de una dolorosísima crisis secular, cuando los nubarrones comienzan de nuevo a descargar sobre nosotros. Lluvia fina, por ahora, pero presagio de la inevitable tormenta por venir. Inevitable si continuamos retándola con nuestros errores, claro está. Porque nos estamos equivocando gravemente, dolor cosecharemos a plazo breve. El gobierno Sánchez, en apenas unos meses alborotados y compulsivos, ha causado un enorme destrozo en nuestra economía que desgraciadamente sufriremos tras el verano.

La economía se enfría el mundo. Muchas son las causas que pueden esgrimirse – Brexit, guerra comercial China-EEUU -, cuando, en verdad, y como los mandamientos, se pueden resumir en dos, riesgo por excesivo endeudamiento global y la ley bíblica de los ciclos económicas, siete años de vacas gordas y siete años de vacas flacas. En efecto, la deuda global, sumadas deudas privadas y públicas, alcanza niveles récord, debiendo cada habitante del planeta una media de más de 23.000 euros. La deuda corporativa está disparada y los bancos centrales y los estados se muestran tan endeudados que no tendrán capacidad para paliar con nuevos estímulos un posible ciclo recesivo.

En fin, en un mundo ya de por sí complicado, nosotros nos hemos empeñado en complicarnos aún más la vida. España padece un grave problema de déficit público, que no hemos logrado embridar ni siquiera en años de fuerte crecimiento económico – más del 3% del PIB – y que impide mejorar nuestros niveles de deuda, alrededor del 100% del PIB. En estas circunstancias, lo peor que podríamos hacer es embarcarnos en más gasto público sin tener garantizados los ingresos que lo sostengan. Pues, desgraciada e irresponsablemente, eso es lo que están haciendo Sánchez y compañía, mediante el uso abusivo de unos decretos-leyes extemporáneos, que deberían haber obtenido el consenso previo de los agentes sociales y el soporte presupuestario adecuado. El dislate supone miles de millones que no tenemos y que ya veremos de dónde sacamos. Prepárese porque, al final, usted, yo y el vecino del quinto terminaremos pagando la fiesta, mal que nos duela.

El empleo ya se deteriora, como hemos comprobado en los meses de enero y febrero. Y peor irá a lo largo del año, especialmente a partir del otoño, porque la economía se debilita y porque las medidas fiscales y laborales del gobierno dificultan la creación de empleo. Todas las medidas que han tomado incrementan los costes de la empresa y limitan su capacidad de crecimiento y creación de empleo. Por ejemplo, asistimos a una subida continuada de las cotizaciones sociales que, en el fondo, es un impuesto al empleo. España, tras Francia, tiene los niveles más altos de cotizaciones sociales, por lo que no tiene ningún sentido continuar elevándolos mientras mantenemos niveles altísimos de desempleo.

Y más allá de los datos macroeconómicos y de las cargas sobre las empresas, que ya de por sí enfrían la economía, la política interina de decretos-leyes genera una profunda inseguridad jurídica, enemiga principal de la inversión y de la economía, que precisa de marcos estables y seguros. Por todo ello, no debemos extrañarnos que la economía se nos deteriore a ojos vista. Estamos cebando una nueva crisis que nos golpeará cuando aún estamos débiles, con toda su carga de dolor y sufrimiento. No echemos la culpa entonces a Trump o a la economía global. El desastre tendrá nombre propio y se conjuga con el apellido Sánchez.

 

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