La salita de Moy

Juez con prisa, juez que yerra

En ocasiones no hay nada más certero que una frase de nuestro refranero popular para compensar los desequilibrios sociales...

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En ocasiones no hay nada más certero que una frase de nuestro refranero popular para compensar los desequilibrios sociales. En este caso, donde confluyen en una misma balanza asuntos como la seguridad, la reforma y el futuro es menester tomar aire de un buen soplido antes de intervenir sin oxígeno en la mente. Así que respira y pasa, que en esta salita el aire sienta mejor.

Así camina la espera de un Martes Santo, el de 2018, que sin duda no dejará, o mejor dicho, no debe dejar indiferente absolutamente a nadie. Primero, porque llegados a este punto de encuentro, histórico, esta preciosa y multitudinaria jornada debe marcar el camino a seguir de una semana que en asuntos como el de la seguridad desliza más cada año. Y también lo tiene que ser, porque no decirlo, por convertirse en ese eslabón, para tantos utópicos, que verdaderamente nos muestre el idéntico camino hacia la penitencia que estas ocho cofradías vivirán aún empezando su discurrir oficial por la Catedral. (Os prometo que en Cádiz aún sigue sin caer ácido en vez de lluvia...).

A los problemas soluciones, como diría aquel. Y es que si la más productiva salid para un día atascado en sus horas centrales es la de realizar la Carrera Oficial a la inversa pues es tan sencillo como probar, ad experimentum, y realizarla a la inversa. Que no estamos aquí para promulagar guarismos ripiosos ni ecuaciones imposibles. Esto es más sencillo, tanto como que los nazarenos, los músicos, los capataces y los pasos procesionales van a continuar saliendo y entrando por la misma puerta de siempre.

Ahora, eso sí, con cabeza siempre, que ya sabemos que “juez con prisa, juez que yerra”. Mejor dar un paso derecho que diez cojeando y si para ello es necesario reforzar una decisión, que no por ser positiva deja de ser atrevida, con una serie de informes útiles y una reunión entre todas las partes pues mejor que mejor.

Hay margen de maniobra para obrar con la mayor seguridad posible, con lo cual hay viabilidad y bien razonada para demorar la resolución del Martes Santo al menos por unas pocas semanas. Que ya sabemos que en Sevilla somos muy de cornetas y trompetas, de bombos y platillos, pero en ocasiones no hay mejor sintonía para soportar la espera que con las teclas del “piano, piano...”. Los relojes nunca se detienen, aunque lo parezca. Mientras tanto, seguiremos matando el tiempo con las fútiles quinielas.

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