Cuando me gusta un tío, me hago la ofendida.
Ni muerta le muestro que me gusta.
Hago que me ofende lo que dice. Y lo que no dice.
Me ofende lo que piensa. Y lo que no piensa.
Me ofende lo que hace. Y lo que no hace.
Lo hundo. Lo desprecio. Le vuelvo loco.
Y si siente algo por mí DE VERDAD, que se arrastre por el barro y escale la torre de mi castillo bajo las flechas enemigas.
No voy a ponerle una alfombra roja.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es