La Pasión no acaba

El ruido del cascabel

Tenías que llamarte Ángeles, claro. Y tenías que marcharte pocas horas antes de que bajara la Esperanza al suelo de la calle con el nombre puro...

Publicado: 16/12/2020 ·
22:52
· Actualizado: 16/12/2020 · 22:52
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  • Esperanza de Triana. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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A la memoria de mi amiga, ahora en el cielo

Tenías que llamarte Ángeles, claro. Y tenías que marcharte pocas horas antes de que bajara la Esperanza al suelo de la calle con el nombre puro. Tú siempre has sido así, original, detallista, atenta y nuestra. Porque nunca fuiste tuya. Fuiste nuestra, de los demás. Tu corazón era una página del evangelio y tus manos eran como de Reyes Magos, siempre dando, tirando, lanzando, ofreciendo, acercando, regalando. De tanto dar te robaron, de tanto querer te quisieron y de tanto pelear acabaste rendida. Tenías que llamarte Ángeles y tener alas en lugar de brazos. Y tenías que dedicarte a descolgar un teléfono y estar siempre dispuesta a calmar la sed de una sociedad que te rodeó en la tierra y que no siempre supo ver en ti la luz que habías traído del mismo cielo.


Tenías que llamarte Ángeles y tenías que volar a ese lugar al que perteneces, un cielo donde hay piedras para que se apoyen las manos y hay ojos gitanos enmarcados en una piel morena tan sublime como tu bondad. Yo no sé cómo pintar este cuadro que tengo que colgar ahora en la certeza de tu partida. En mi mazo de pinceles no encuentro el pincel que me dibuje una sonrisa, no me sale. El trazo se va cerrando y ando con el trapo delante del lienzo de este artículo bebiéndome la trementina a sorbos de nostalgia, mezclando los colores del recuerdo y llorándote, amiga. No sé si las lágrimas pintan pero tengo el pecho empapado.


Tenías que llamarte Ángeles y vivir en la frontera que divide los cielos de la tierra. Siempre al límite de tu salud, siempre en la frontera de tu Morón, en la línea divisoria que marca un puente, en el alambre del amor que para muchos era imposible y que defendiste con la única munición de lo que sentía tu corazón, a veces débil en sus latidos pero siempre robusto como la fe.


Tenías que llamarte Ángeles y obligarme a llorar delante de la Esperanza de Triana, ahora reinando en el suelo. Y tenías que conseguir que José Antonio razonara sus miedos para darse cuenta de que tú vives en él y ahora sois dos almas metidas en un único cuerpo, viviendo juntas, sintiendo juntas.


Tenías que llamarte Ángeles y caminar por mi vida con las piernas torpes y el paso firme de la fe y la amistad, llegando hasta cualquier rincón de la ciudad para llevarle la cena al equipo de tu programa preferido. Y tenías que marcharte cuando el mundo ha tenido que ponerse una máscara para poder respirar cuando lo más urgente son las gafas que permitieran ver la bondad de personas como tú, que pasan por la vida con una sonrisa en el alma y sin más hacer ruido que el cascabel de su propia nobleza. Disfruta, Ángeles. Y dime si tu Morena es tan guapa en realidad como me lo parece. No se te ocurra volver, ahora estás en tu verdadero lugar.

 

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