La Pasión no acaba

Hogazas de fe

Los hombres amontonan las cajas de frutas en las escasas esquinas que van quedando libres en el local mientras se vacía la furgoneta prestada que los traslada

Publicado: 22/04/2020 ·
16:45
· Actualizado: 22/04/2020 · 16:46
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  • Dulce Nombre de Bellavista. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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Los hombres amontonan las cajas de frutas en las escasas esquinas que van quedando libres en el local mientras se vacía la furgoneta prestada que traslada los alimentos hasta el bendito comedor de Bellavista. Es un día nuevo, pero se parece mucho al de ayer si no fuera porque la cola es más amplia y las bocas más numerosas. Han vuelto a crecer las peticiones y casi se ha triplicado el número de menús que habrá que sacar hoy adelante. Definitivamente, hay que ampliar el comedor. El borboteo del guiso destila humos de tolerancia en un espacio que se queda pequeño para tanta bondad. Están remangadas las voluntarias que le dan una vuelta a las patatas guisadas y los chavales siguen trasladando cajas de alimentos y paquetes de litros de leche envueltos en un plástico duro que apenas deja espacio para meter los dedos. Una caja en cada mano y el corazón justo en el centro. Entran y salen. Salen y entran los voluntarios. Todo por los demás, por ese universo del prójimo en apuros que está muy cerca de nuestras narices.


El comedor social de Bellavista es un éxito de sus hermanos, un triunfo del alma, un sobresaliente de las personas limpias de corazón con el mensaje de la fe incrustado -puro- en el pecho. Es la demostración y el ejemplo, la diana y el espejo. Es aquello que otros soñamos y ellos consiguen. El comedor social de Bellavista (ay, Fernando Carrasco cómo te recuerdo) es la oración hecha acto, es la predicación convertida en acción real. Es una delicia para el paladar de las personas que requieren ese apoyo y otro manjar espiritual para quienes observamos con admiración lo que esos héroes de la Hermandad del Dulce Nombre están haciendo. Hechos. Apenas un puñadito de palabras de amor y un saco lleno de kilos de hechos. Así se hacen las cosas, con la verdad por delante. Y sin presumir, que los hermanos de Bellavista cogen los kilos del destino, se abren los cuellos y no le enseñan a nadie las heridas del castigo porque no saben presumir de sus esfuerzos. Es lo que tiene hacer las cosas por amor. Por al amor al otro.


Qué lección. Cómo estremece escuchar a su Hermano Mayor invitándote a rezar por esta obra. Cómo impone saber que los proyectos de la Hermandad están parados para darle de comer a los demás. Cómo emociona mirar a ese grupo de voluntarios, hermanos, colaboradores y amigos remangados que dedican tantas horas a la supervivencia de los demás.


Miremos a Bellavista, a una Hermandad valiente con novecientas personas en la nómina y millones que no lo estamos pero deberíamos copiar su manera de actuar. Por consecuente, por valiente, por grande. Qué alegría comprobar que hay colectivos que cumplen exactamente con el Evangelio.

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