Puerto d’Indias

Publicado: 23/11/2017
En estos tiempos en que la televisión fabrica cantantes prefabricados al calor de un reality sin más importancia que saber cómo duerme y sobre todo con quién...
En estos tiempos en que la televisión fabrica cantantes prefabricados al calor de un reality sin más importancia que saber cómo duerme y sobre todo con quién, escuchar a un grupo sin “enlatar”, a pelo  con sus instrumentos, es como poco un lujo. El sábado pasado tuve el privilegio de escuchar en directo al grupo Puerto d’Indias. Un grupo musical con una historia bellísima. Les cuento: En el año 2013 unos amigos unidos por muchas cosas, pero sobre todo por el amor a la música, se reúnen al calor de la llamada de Jesús Ortigueira y deciden darle forma a lo que ahora conocemos como Puerto d’Indias. Ese grupo creció y ahora son alrededor de 30 miembros. Y como la uniformidad es la muerte y la diversidad es la vida, como decía Bakunin, tenemos en el grupo representado a Sevilla, Huelva, Cádiz, Córdoba, Badajoz o Valladolid, y hasta la propia Venezuela. El grupo está compuesto por voces de varias cuerdas, contratenores, tenores, barítonos y bajos, y apoyados por una orquesta con un universo de instrumentos maravilloso y atrevido que le da ese sonido exclusivo del grupo. Su objetivo es llevar las distintas músicas del mundo al público a través de sus conciertos. Y así va la cosa... Búsquen los primero en YouTube, y estén atentos a sus próximos conciertos, mientras déjenlos de fondo en su vida cotidiana, como hago yo ahora mismo mientras escribo esto. Van a reconocer muchas de las canciones como parte de la banda sonora de sus vidas.  Canciones que conocemos, pero que Puerto d’Indias embellecen con su toque especial. Reconocerán las canciones, insisto, pero a partir de este momento serán únicas en sus recuerdos porque únicas son en sus voces.

La vida sin música sería un error como decía Nietzsche. Y es que la música hace muchas veces de llave para abrir puertas, de marco de plata para enmarcar los acontecimientos especiales que siempre tendrán en nuestra alma una banda sonora como les decía antes. No podemos concebir esos instantes que nunca se nos borrarán sin pensar en la canción que sonaba en ese momento. La música y el amor.  La música y la amistad.

Y de eso se trata lo que sucede en sus conciertos. Porque la historia de Puerto d’Indias es básicamente eso. Música y amistad. ¿Se puede pedir más?

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