Me sonroja reconocer que me he llevado años pasando por delante del dolmen de la Pastora en Valencina sin darle la más mínima importancia. Desde niña que íbamos con las bicicletas a fumar a escondidas hasta ahora que pasaba con el coche sin echarle una pequeña mirada. Para matarme. En serio. Y ha tenido que ser, Dolmen, la última novela de Manuel Pimentel la que me ha abierto los ojos al gran patrimonio megalítico que tenemos allí. Ha escrito Pimentel una novela como es él, seria y culta, accesible y misteriosa. Y didáctica, muy didáctica. Tanto que entre los entresijos de un thriller sorprendente y lúcido, te adentras sin darte cuenta en un arcano prehistórico y ancestral.
Hace más de seis mil años comenzamos a erigir dólmenes, unas construcciones colosales que aún nos sorprenden en la actualidad. Los dólmenes siempre estuvieron ahí, poderosos y pacientes, orillados por la ciencia, despreciados por el siglo de las tecnologías y desconocidos por la mayor parte de la población. Pero, tras un crimen terrorífico perpetrado mediante un rito prehistórico en una hacienda del Aljarafe sevillano, una extraña rueda litúrgica comienza a girar fatalmente. Artafi Mendoza, arqueóloga, pronto comprende que la policía, con las técnicas del XXI, nunca podrá adentrarse en la mente mágica de la prehistoria, por lo que tendrá que desvelar, por ella misma, el misterioso secreto que se oculta bajo los crímenes megalíticos. Porque, desde siempre, el dolmen más poderoso fue, es y será, el que habita en nosotros mismos.
Más allá de su espléndida arquitectura, los dólmenes se enclavan en lugares de fuerza, que unen a la Humanidad con la Tierra y con los Cielos. Por eso irradian una extraña energía que, hoy en día, las almas sensibles comienzan a percibir. Quizás, por esa razón, alguien desea que el dolmen regrese hasta nosotros.
Léanla, háganme caso. Pero después investiguen un poco sobre el Megalitismo, y ahora que el otoño asoma la nariz (¡Por fin!) hagan una visita a Valencina de la Concepción, a su Museo Monográfico del Yacimiento Prehistórico que incluye la visita a los dólmenes de “La Pastora” y “Matarrubilla” y sienta el orgullo y la magia de esta tierra.