Les habrá pasado más de una vez. Alguien en la redes sociales le invita a que visiten una página concreta para que apoye una causa. Abrimos la página y si la cosa no es muy esperpéntica, clickeamos sin más. Pero hace unos días recibí una que se trataba de la VI Exposición Internacional de Arte de la asociación Autismo Burgos. Como pueden imaginar se trata de un concurso de pintura realizado por niños autistas, donde hay una votación popular para elegir el mejor cuadro.
La petición me la hacían Kiko y Maribel, padres de Francisco José Luján. Era una petición sutil y discreta que entrañaba mucho. Detrás de algo que podría haber pasado sin importancia por mi ordenador, se esconden años de lucha diaria. Y así me lo contaban sus padres después.
Francisco adoraba pintar desde pequeño, y sus padres lo inscribieron en un taller de pintura en Valencina que impartía Begoña García, donde encontró una vía de comunicación a través de su profesora y sus compañeros. Algo que repercutió de una forma muy positiva posteriormente en el colegio. Hizo amigos, como Dani y José, que hicieron este camino artístico más fácil. Su padre lleva las fotos de los cuadros de Francisco en su cartera como si fuera la caricia de su voz y su madre me dice que son cuadros sencillos, como él ve las cosas, pero les aseguro que tienen una fuerza brutal y están llenos de vida. Como él, como sus padres, como esta lucha sin descanso y sin más aliados que la buena voluntad de asociaciones que sospecho que con recursos mínimos hacen el milagro de los panes y los peces.
Acabo de llegar de Madrid, donde los cuatro ratos libres que me ha dejado el trabajo, los he gastado en decorarme la mirada en varias exposiciones. No les voy a decir que Francisco pinte mejor que el hiperrealista Richard Estes, por supuesto que no. Pero sí que he encontrado la fuerza de la realidad en sus pinceladas, el afán por describir un mundo donde vivimos ambos, pero con miradas diferentes.
Decía Horacio que una pintura es un poema sin palabras. Busquen en www.autismoburgos.org su cuadro y “lean” en sus coloridas pinceladas el poema maravilloso de sus ganas de vivir. Hay una lección de vida que todos deberíamos aprender. Gracias y suerte, Francisco.