La Gatera

Lo de siempre

No lea este artículo. No lo haga, en serio. El tiempo que va a malgastar en leerlo merece ser utilizado en algo más útil. ¿Todavía sigue aquí? Bueno, como usted quiera. Pero luego no diga que no se lo advertí...

No lea este artículo. No lo haga, en serio. El tiempo que va a malgastar en leerlo merece ser utilizado en algo más útil. ¿Todavía sigue aquí? Bueno, como usted quiera. Pero luego no diga que no se lo advertí.

Ya sabe como va esto. Le hablo del paro, de las 691.700 personas más que este año han visto cómo la vida les ha dado un empujón contra el muro. Yo me indigno, usted se indigna. Pero esa cifra sigue inamovible. También puedo hablarle de sobres sospechosos, de ERE inventados, de cuentas en Suiza con dinero tan sucio como el del bolso de una anciana arrebatado a lomos de un vespino cutre. Volvemos a indignarnos los dos. ¿Por qué no?

Yo le hablo de desahucios, de familias que se ven en la calle y de bancos que adeudan 256 millones de euros a las comunidades de vecinos. Usted se acuerda del pollo que le montó el banco cuando dejó de pagar una cuota del préstamo. Hay pollos y pollos ¿verdad?

Si quiere cambiamos el tercio y hablamos de yernos conflictivos. ¿Quién no tiene un yerno que mete la pata? Un yerno con la manita muy larga al que el resto de españoles le pagamos las camisas. Vale, a ese tipo de yernos no los frecuentamos ni usted ni yo. La sangre que corre por nuestras venas es un poco menos azul y un mucho más decente.

¿A que ya piensa que leerme es una pérdida de tiempo? Que voy a contarle lo de siempre, lo que usted ya sabe, lo que nadie salvo nosotros podemos cambiar. Que la vara de medir es de un material  dúctil y transformable según las manos que la usen y el sujeto que sea objeto de la medición. Que las desigualdades no las marcan los colores, los partidos, las tendencias... No se engañe, las desigualdades la marcan la calidad moral de los individuos. Por eso ni usted, ni yo, ni un montón de españoles robamos dinero público y cruzamos los brazos con la prepotencia que da el saberse superiores. Superiores en posición, está claro. Pero no superiores en número. Somos muchos más los españoles decentes que estamos sacando adelante a este país, que este grupo de ladrones indeseables.

Por eso, no lea esto. Actúe según su conciencia. Porque para ellos, como decía el poeta Ángel González, “aquí no pasa nada, salvo el tiempo”.

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