La escritura perpetua

La bandera

Al margen de la tragedia en vidas humanas que soportamos debido a la pandemia, algo dolorosísimo, media España ha perdido la bandera del país

El prolongado confinamiento ha afectado a unos más que a otros. Demasiado tiempo encerrados en casa. La periodista Luz Sánchez Mellado escribió en ‘El País’ pocos días antes de que se autorizara la apertura de las peluquerías: “A todo eso da tiempo en las tres horas largas que tardan en la peluquería en degradarte unas mechas, esculpirte unas capas y deshacerte unas ondas hasta lograr esos pelos de recién follada con doble orgasmo que queremos todas y que solo se consiguen sin coyunda previa con una profesional a los mandos”. Y el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, por el confinamiento, o no, dejó caer el jueves una compleja frase a propósito del polémico acuerdo alcanzado entre el Gobierno y Bildu sobre la derogación de la reforma laboral: “Estamos en política para cambiar las cosas inaceptables, no para aceptar lo que no se puede cambiar”.    

La desescalada se ha convertido en un terrible enredo político en estos tiempos de pérdidas. Porque, al margen de la tragedia en vidas humanas que soportamos debido a la pandemia, algo dolorosísimo, aparte de eso, decíamos, media España ha perdido la bandera del país, esa enseña que le devolvió Andrés Iniesta con su gol en la final del Mundial de 2010 en Johanesburgo, porque la derecha/derecha se ha apropiado de nuevo de la bandera para las caceroladas de las nueve. El pacto del Gobierno con Bildu produce cierta repugnancia, efectivamente, y refleja la evidencia de un Pedro Sánchez ‘desperado’ al estilo de Antonio Banderas en aquella película, pero la historia de España nos dice que cuando la izquierda ha llegado al poder, inmediatamente la derecha se ha levantado en armas, como ocurrió en 1936, o a grito limpio: “Váyase señor González”, “Zapatero, vete con tu abuelo”, o el más reciente de “Sánchez, okupa”.

Sostiene Pedro Sánchez que el pacto parlamentario con Bildu fue la consecuencia del voto negativo del Partido Popular a la prórroga del estado de alarma. Y desde el Gobierno han explicado: “Nos hemos sentido muy solos en la defensa de la salud y de la seguridad de los españoles”. Porque el PP maneja un patriotismo propio. “¡Patriotas!”, espeta a veces Gabriel Rufián en Las Cortes. Pero lo cierto es que la mitad de España se ha quedado otra vez sin bandera, y ya no hay Eurocopa hasta la primavera de 2021 para intentar recuperarla con goles y, para colmo, el combinado de Luis Enrique partirá con escasas posibilidades de salir campeón. 

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