La escritura perpetua

Ciudadanos

Aproximarse al centro es algo que tradicionalmente han anhelado muchos partidos, pero al centro hay que llenarlo de ideas

Publicado: 11/03/2020 ·
11:50
· Actualizado: 11/03/2020 · 11:50
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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El profesor Juan Rodríguez ha escrito en ‘El País’: “Ciudadanos ha sido una de las novedades más originales del panorama político europeo de la década. Pero, tras cinco años de protagonismo nacional, ha vivido demasiado deprisa para materializar los distintos argumentos que iba construyendo por el camino”. Ciudadanos (Cs) se definió en su fundación como un partido de centro, pero en España el centro político no existe, constituye un lugar gélido, apartado, e incluso peligroso para el que lo pisa. Ocurrió recientemente con la casi extinguida UPyD, de Rosa Díez. Y antes con el CDS de Adolfo Suárez. Y en 1993 con el Partido Reformista Democrático, que lideró Miquel Roca, la denominada ‘Operación Roca’, que cosechó escasos votos y tuvo muchos gastos.     

Aproximarse al centro es algo que tradicionalmente han anhelado muchos partidos, pero al centro hay que llenarlo de ideas. En algunos casos progresistas, como hizo Zapatero; o de derechas, al estilo de Rajoy. Porque el centro, insistimos, está en sí mismo vacío. Albert Rivera condujo a Cs entre abril y noviembre de 2019 desde la posibilidad de ser un partido decisivo en la formación de Gobierno, e incluso de formar parte sustancial de ese Ejecutivo (56 escaños), a la intrascendencia política actual (10 diputados). Ocurrió, quizás, porque Cs vació de ideas el centro político que ocupaba. Ciudadanos perdió la condición de partido bisagra con la insistente y escasamente explicada negativa de su líder a pactar con Pedro Sánchez después de los comicios de abril. Además, se desdibujó el sentido de ‘lo español’, uno de los rasgos definitorios de la esencia fundacional de Cs, con la marcha de Inés Arrimadas desde el Parlament a Madrid. Arrimadas tenía en Cataluña, entre charnegos y no charnegos, y en el resto de España, la imagen de una política inteligente, valiente, atrevida, y guapa, que hacía frente con un verbo didáctico al huracán independentista y al discurso trabado de Quim Torra, que la llamaba  “señora Arrimés”. En Madrid, Inés Arrimadas ha sido criticada en tertulias televisivas y radiofónicas como una política vociferante y, en ocasiones, poco tolerante. Pero el congreso de Cs decidirá en breve el futuro del partido, porque “al futuro llegaremos todos, lo queramos o no”, como ha escrito Félix de Azúa. Y mientras, Pablo Casado observa al reaparecido Rivera como Hamlet a la calavera de Yorick: “¿Dónde están ahora tus burlas, que alegraban nuestras cenas con alegre estrépito?”

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