La escritura perpetua

Joya teatral

'Sólo un metro de distancia’ es una obra compleja, dura y, a la vez, tremendamente tierna, una obra conmovedora

Publicado: 05/02/2020 ·
12:25
· Actualizado: 05/02/2020 · 12:25
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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'Sólo un metro de distancia’ es una obra compleja, dura y, a la vez, tremendamente tierna, una obra conmovedora, que expresa ángulos oscuros, y también la luz, de la existencia. En ‘Sólo un metro de distancia’ palpita la vida, de modo que hay momentos, sobre todo al final, en los que el público contiene la respiración, entre la emoción y la intriga, pero todo está contado de una manera muy teatral. El cine ejerce un efecto hipnótico en el espectador. En el teatro, sin embargo, se da aquello que enunció Borges: “El teatro es una convención en la que unas personas engañan a otras que están dispuestas a dejarse engañar”. Antonio C. Guijosa ha unido en esta función de manera superlativa ese efecto hipnótico con una estructura teatral inusual y vanguardista que se sostiene en el talento. Porque esta obra es un derroche de talento: el del autor y director, y el de las cuatro actrices. Colosales Muriel Sánchez, Ana Mayo, Beatriz Grimaldos y Camila Viyuela.    

Una chica se abre las venas en una playa. Una doctora y “el hombre mayor” de la ambulancia resultan esenciales para salvarle la vida. Poco a poco se conocen perfiles de ella. “Mi primer amante fue mi padre”, confesará. Se trata, sí, de una obra sobre abusos infantiles. Pero trasciende. Y está el interesante, peculiar y adictivo proceso narrativo. En el espectáculo hay música, pero sobre todo existe una música interior que acompaña a una estética teatral deliciosa, de afiladas aristas suaves, de búsqueda de la innovación teatral. En ocasiones un mismo personaje se desdobla en tres actrices para transmitir en segundos una frase o un sentimiento en una visión poliédrica del asunto. En otras son los pensamientos del personaje, expuestos por la voz de varias actrices, lo que se escucha. Y está la representación tradicional de los diálogos. El espectáculo, que se ha representado en la Sala Cuarta Pared de Madrid, atraviesa al espectador por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. “Me quitaron el presente”, dirá la chica. Y el sentimiento de culpa: “No me forzaron. Me sedujeron. Nunca grité. Yo era su amante. La amante de mi padre”. La obra se desarrolla en un ambiente asfixiante que, sin embargo, transmite permanentemente un aroma poética. Es un espectáculo elegante, hermoso y de vanguardia. Lo dirá la protagonista tras encontrarse con el hombre de la ambulancia: “Se prometieron que ambos disfrutarían de tardes como aquella, en las que parecía que la vida era fácil”.

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