Jerez

La incompleta celebración en el campo gaditan del final de los aranceles

Advierten de la discriminación a la aceituna negra y la competencia desleal de países como Marruecos o Rusia

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  • La producción olivarera respira tras el final de los aranceles -

El campo respira con cierto alivio tras el anuncio de la suspensión de los aranceles que mantenía EEUU con la UE y que afectaban directamente a la exportación de los productos agropecuarios. La noticia ha sido acogida de forma positiva por los empresarios y entidades del sector, tal y como asegura el secretario provincial de COAG, Miguel Pérez, ya que supone “el fin de un castigo injusto, de una guerra que nada tenía que ver con los agricultores”. Es asimismo un aliciente para recuperar cotas de un mercado muy apetecible como lo es el de EEUU, y en el que cada vez era más complicado competir, aunque esto tampoco vaya a significar el fin de los problemas del campo andaluz. 

Aunque la aceituna verde esté a salvo y no tenga que soportar, al menos durante los próximos cinco años, los impuestos arancelarios para ser exportada a EEUU, sigue vigente otro problema dentro del sector del olivar andaluz: la discriminación existente hacia la aceituna negra. “Las aceitunas negras han quedado fuera de la suspensión de los aranceles y seguirá sufriendo un impuesto aduanero del 35%, aunque esperemos que se termine cuanto antes”, lamenta Pedro Gallardo, presidente de Asaja Cádiz. Estos aranceles, que se remontan al 2018, impuestos por EEUU al considerar que las ayudas que recibía el sector procedentes de la PAC eran ilegales y damnificaban al producto procedente de California, han provocado pérdidas de unos 30 millones de euros.

Estamos por tanto ante una fiesta a medias, y es que a pesar de la noticia de la suspensión de los aranceles, los problemas del campo no han terminado. “El mayor problema al que tenemos que hacer frente ahora es a la competencia desleal de terceros países, como es el caso de Marruecos. Los requisitos fitosanitarios que le exigen a ellos no es ni la mitad de los que nos exigen a nosotros”, apunta Francisco Ortega Sobrino, agricultor y productor olivero. Opinión que también comparten desde Asaja. “A España llegan productos de fuera con sustancias tóxicas que aquí están totalmente prohibidas. En cambio, nosotros trabajamos bajo unos estándares de calidad impresionantes, y se nos controla durante todo el proceso”, asegura Pedro Gallardo, quien además cree que el consumidor tiene derecho a conocer la trazabilidad de los productos.

Un análisis al que se suma también COAG. “Por culpa de la competencia desleal los productos extranjeros nos están invadiendo y copando nuestros mercados. Perder cotas de mercado es tremendamente fácil, lo difícil es recuperarlas”.  Además de competir en territorio nacional con los productos del norte de África, Grecia o Portugal, el campo  también se ve perjudicado por el veto ruso. “Nos cerraron las fronteras por un asunto de salubridad que luego se ha demostrado que no era culpa del pepino español, y aún así las fronteras siguen cerradas a cal y canto”, explica Miguel Pérez.

Otro de los grandes problemas a los que se enfrenta el sector agropecuario de la provincia es el cambio de etiquetas que se produce cuando traen alimentos de otros  países y los venden como si fueran españoles. “Se trae aceite barato a España, que al final acabamos consumiendo nosotros incluso con nuestra etiqueta, y el nuestro se va a otros países. Lo mismo pasa con las aceitunas de mesa”, señala Francisco Ortega. 

 Un panorama que se ha ido ennegreciendo a causa de la pandemia y que, según Asaja, “se iría solventando si el campo volviera a ser rentable, porque sólo así se lograría atraer a los jóvenes”, y es que tal y como dice Ortega, que lleva todo una vida dedicada a la producción olivar, “mientras no se quiten los intermediarios, las exigencias de producción sean tan dispares y no se apueste por el producto nacional, el campo continuará en la vía de este futuro incierto”. El cambio climático también se presenta como una grave amenaza para el olivar

El cambio climático sigue haciendo mella en el sector agrícola.

Según datos de COAG, la próxima campaña de aceituna de mesa se presenta con malas perspectivas, y es que la pertinaz sequía y  el “mal cuajo” de las aceitunas está generando una gran incertidumbre entre los agricultores. Los olivos están purgando la aceituna debido a la sequedad del terreno. A esto se suma también la temperatura cambiante, fría al principio de la primavera y ahora con demasiada calor. Todo ello influirá negativamente en el próximo verdeo,por lo que ahora demandan a las administraciones mayor inversión en planes hídricos.

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