La Pastoral Penitenciaria de Asidonia-Jerez ha puesto en marcha una campaña que tiene como objetivo que todos los reclusos de las prisiones de El Puerto de Santa María reciban un regalo de Reyes la próxima Navidad.
No es una tarea sencilla, toda vez que se estima que la población reclusa ronda actualmente las dos mil personas, de ahí que se apele a la solidaridad de los jerezanos.
El delegado de Pastoral Penitenciaria, Francisco Muñoz, reconoce en este sentido que la prisión es “la periferia de la periferia”, donde conviven a diario aquellos de quienes “no se acuerda nadie”, pero quizá por eso también resulte una población muy agradecida.
“Recuerdo cómo un preso de 50 años se me puso a llorar cuando le dimos un regalo porque era la primera vez en su vida que alguien se acordaba de él”, explica Muñoz, conocido en su entorno como el cura Paco.
Quizá ese sea el mejor argumento para contribuir a que esta campaña llegue a buen puerto.
Se puede colaborar a través de las parroquias, entregando artículos que fuera de la prisión tienen poco valor pero que allí dentro son bien recibidos: calcetines, bragas de cuello, guantes, mascarillas, agendas o pasatiempos, por citar algunos ejemplos.
Todo ese material se organizará posteriormente en la parroquia de San Juan de Dios, que es donde suelen centralizar su labor los alrededor de cincuenta voluntarios con que cuenta la Pastoral Penitenciaria.
Además, se puede colaborar haciendo donativos a través de Bizum (647 84 98 18). El 21 de diciembre es la fecha límite para cualquier tipo de colaboración.
El año pasado se logró entregar un par de regalos a cada uno de los reclusos y en esta ocasión se pretende al menos igualar ese nivel de generosidad, teniéndose en cuenta la singularidad de un año marcado por la pandemia que está dificultando aún más si cabe la vida en las prisiones.
“Los presos están percibiendo también los efectos de esta crisis porque se han restringido los vis a vis con sus parejas y familiares, también se ha interrumpido la entrada de voluntarios de las ONG y todo eso les afecta”, explica Francisco Muñoz.
La Pastoral Penitenciaria ha logrado mantener su actividad, aunque con las lógicas restricciones. “Se celebran eucaristías, hay un taller de radio, cursos de autovaloración... No estamos en un nivel normal de actividad, pero sí estamos atendiendo a los presos”, reconoce el cura Paco.
En cualquiera caso, fuera de la prisión “también hay mucho que hacer”, desde atender el ropero hasta mantener el contacto con las familias de los reclusos.
Precisamente en el exterior de las prisiones se está trabajando ya para que los Reyes Magos no dejen de visitar a estas personas, que “siempre son las últimas” y “de las que menos se acuerda la gente”.
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