Empezaron por los bazares de “Todo a un euro”, luego saltaron al sector textil y de la alimentación, hasta que han acabado abriéndose camino en la restauración, la decoración, los regalos y la estética. “Es una invasión china en toda regla”, señala el presidente de la Asociación Unión de Comerciantes del Centro, Asunico, Manuel García, que alerta de la “amenaza” que supone para el pequeño comercio la velocidad con la que los negocios asiáticos han ganado terreno en el centro, especialmente en calles como Doña Blanca y sus inmediaciones, donde resulta complicado encontrar un establecimiento que no esté regentado por ellos. Y es que la expansión del gigante amarillo en este enclave es una realidad. “Doña Blanca es Chinatown, directamente y nadie hace nada”, apunta García, que advierte de la impotencia del comercio autóctono ante la imposibilidad de competir con este tipo de negocios y la pasividad de las administraciones. Tejidos Madrid, un clásico, ha sido uno de los últimos que ha pasado a manos asiáticas y en su entorno sus locales vecinos, salvando excepciones como La Tijera, que resiste, una joyería, y clásicos como Cervera, en la calle Évora, están en su misma situación o sin actividad. De esta manera, firmas de decoración, moda (Passión, que también está en calle Larga, o Vísteme), bazares como Euromínimo, o Tedi, conocido como “el chino alemán” que se ha hecho con la planta baja del centro comercial, completan el paisaje desde hace años acompaña a Doña Blanca, el ‘Chinatown jerezano’ aunque realmente están en todas partes “porque esto es una invasión”, reitera García. No hay que perder de vista el caso de La Vega, actualmente de reforma, y uno de los locales más emblemáticos que ya lleva años al frente de un empresario de origen asiático. Muy cerca también hay una tienda de reparación y accesorios móviles, a las que se suman centros de manicura en Plaza Esteve y calle Larga. Todas con el sello asiático.
“Esto es ya preocupante”, señala el presidente de Asunico. En la calle Medina y en la esquina de Correos también hace tiempo que hay tiendas de alimentación con la marca asiática, que recientemente se ha estampado en locales “históricos” de restauración como el “buque insignia” de esta calle, el Bar Jerez, que hace poco más de un mes fue traspasado a un ciudadano asiático. No es el único. En la Plaza de Las Angustias también hay negocios hosteleros al frente de ellos. Y es que la espiral asiática no entiende ni de firmas tradicionales, ni de historia y en algunos casos, como los de las tiendas de alimentación, ni de horarios y se toman licencias como “vender alcohol”, advierte García. El presidente de Asunico también alerta de los casos de “presiones” que también le constan por parte de empresarios chinos a dueños de locales para que se decanten por ellos.
“El dinero para ellos no es un problema”, lamenta. A su favor tienen el alto precio de alquiler de los locales y la dificultad de mantener un negocio hoy en día en Jerez por la competencia de las grandes superficies. ¿Cuál es la solución? Conscientes de que el caso de Jerez, tanto en el centro como en sus barrios no es aislado y se da en todo el país, lo que sí reclaman los comerciantes al Ayuntamiento y la Junta es que los “protejan” y velen por el comercio autóctono “estando encima de esos negocios” para que cumplan la normativa vigente y mirándolos con lupa a la hora de conceder licencias de apertura. “En aduanas ya están con ello; hay que buscar fórmulas efectivas”, señala. Por su parte, el delegado de Urbanismo, José Antonio Díaz, entiende la preocupación de los comerciantes pero recuerda que la concesión de licencias “son un acto reglado” y “si cumple los requisitos” no pueden entrar en si están gestionados o no por ciudadanos asiáticos.
Del boicot en Sevilla a hablar con la clientela
En Sevilla los comerciantes asiáticos se han hecho casi con todo el mercado de souvenir en el centro y el sector ha tomado medidas con una campaña de boicot, negándose a adquirir género a los proveedores que le vendan a estos empresarios. En Jerez no se ha llegado a ese punto pero los comerciantes procuran hablar cada vez más con su clientela para concienciarles y alertarles de la problemática.
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