Es lo que espetaron como insulto al diputado Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana de Cataluña, partido fundado en 1931, cuando se acercó en los recientes “días de la ira” de Cataluña a una de las muchas marcha de protesta. El “botifler” es un insulto catalán antiguo y le molestaría especialmente al diputado Rufián porque significa “traidor”. Un regalo que hacen los independentistas a los que le parecen que se apartan del camino obligado de seguir sus consignas. Rufián había escrito: “Que tras protagonizar un día más las manifestaciones más hermosas, multitudinarias y cívicas de la historia reciente la sociedad catalana tenga que ver una noche más cómo se lo cargan los 300 salvajes de siempre es injusto, frustrante y soez. Lo repetimos: NO nos representan”.
En Cataluña se vive en plena democracia, pero las raíces del totalitarismo independentista no paran de crecer. Es condenable lo sucedido pero Rufián ha probado su propia medicina independentista, en este caso, radical. Ya se sabe que las revoluciones devoran a sus a sus hijos y eso le ha sucedido al diputado catalán. Era el que iba más lejos, pero la CUP, le superó, luego los comités de defensa de la república que van más lejos y los que preparaban explosivos caminaban mucho más lejos. Con la sentencia, las calles han demostrado que en la competición independentista los cafres y bárbaros pueden más. La dinámica está absolutamente alejada de los parámetros de la revolución del 68 francés. Allí estaba claro que la revolución sería moral o no sería nada. Aquí la moral se ha cambiado por la identidad. La identidad catalana frente a cualquier otra, no acumulada, ni sobrepuesta o complementaria. Contradictoria con las demás identidades que puedan existir.
Parece mentira que haya que hacer referencia a las Constituciones de otros estados para defender el nuestro. Pero da razones. Las razones del orden constitucional internacional, que se pretende romper. Alemania contempla en su Ley Fundamental que se prohíben las asociaciones …“dirigidas contra el orden constitucional o contra la idea del entendimiento entre los pueblos”. La Constitución francesa que “Francia es una República indivisible”. Italia que “La República, una e indivisible…”. La Unión Europea: “Respetará las funciones esenciales del Estado, especialmente las que tienen por objeto garantizar su integridad territorial, mantener el orden público y salvaguardar la seguridad nacional”. Spain is not different. Al menos en eso.
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