Atando Cabos

Bambú

Vivimos en una sociedad que no nos prepara para la muerte. Que se enfada con los que quieren dejar de sufrir para terminar muriendo y piden una eutanasia

Publicado: 19/03/2019 ·
22:13
· Actualizado: 19/03/2019 · 22:13
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Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente jubilada, integrante del Aula Atenea del Ateneo de Jerez y de varios clubes de lectura

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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El bambú es mítico por su tendencia a doblarse con el viento para no romperse. Un roble con toda su majestuosidad es menos resistente que esta humilde planta. Hay personas que igual que una caña se enfrentan a las adversidades de la vida y siguen adelante. Otras desean dejar de vivir, unas tres mil setecientas personas se suicidan en España. Es una cifra alta, diez personas por día. Lo que nos indica que es un problema grave, sin embargo, no se habla mucho del tema. Como cuando no podían ser enterrados en sagrado porque habían cometido pecado mortal, es un tema tabú. No suele entenderse. He oído a gente decir: “con tanta gente muriendo de cáncer y van otros y se suicidan”. No pueden comprender cuánto debe ser el sufrimiento del suicida para tener el valor de acabar con su existencia. Son como robles que han sucumbido al empuje del viento.

No es extraño que no se hable del suicidio porque no suele hablarse de la muerte en general. Vivimos en una sociedad que no nos prepara para la muerte. Que se enfada con los que quieren dejar de sufrir para terminar muriendo y piden una eutanasia. ¿Por qué no se nos prepara para asumir la muerte de nuestros seres queridos o la nuestra? Se nos prepara con una educación para la vida, la muerte forma parte de la vida y no se nos enseña a aceptarla con su inevitabilidad. En otras sociedades no occidentales la muerte es tratada de forma diferente. Nada más tenemos que fijarnos en la fiesta de los muertos de México y en oriente en general. Aquí lo que se intenta es evitar la vejez para que no falle nuestro cuerpo y como un motor deje de funcionar. De eso si se habla, se publicita y nos gastamos muchísimo dinero en prolongar la juventud y evitar el deterioro. Algunas veces llega a ser infantil. Recuerdo cuando llevaba a mi hijo pequeño de viaje y visitábamos iglesias, me preguntaba por las lápidas y yo le decía que allí había alguien enterrado. A continuación, venía la pregunta:” de qué ha muerto”. Sabía que pensaba que, si conseguía esquivar lo que esas personas no, no moriría. Pues a veces hay mucho adulto intentando evitar a la parca como mi niño.

La ministra Montón habla de un Plan de prevención del suicidio. Un plan que haga que la persona que quiere quitarse la vida sea capaz de hablar con alguien de lo que está sintiendo. Esto debe ser posible sin que la persona que te esté escuchando se horrorice o te culpabilice. Porque si el cáncer se cura con prevención, por qué no el suicidio.

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