Jerez

La población LGTB+ de Jerez pide mayor visibilidad y normalización

Uno de cada tres encuestados ha sido víctima de agresiones verbales en lo que va de año y un 90% cree que todavía “hay mucha gente dentro del armario” por temor

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JereLesGay hizo público este lunes los contenidos de un estudio sobre la realidad de la comunidad LGTB+ en Jerez y la provincia, y en el que se pone de manifiesto la necesidad de seguir trabajando en la visibilidad y normalización del colectivo, después de conocer “la voz propia de la provincia, la de las personas LGTB+ que vivimos aquí”; una provincia que recuerdan fue en 2014 la que registró mayor número de delitos de odio por orientación o identidad sexual y la quinta de España en 2016.

En este sentido, la principal conclusión del estudio ha sido la percepción negativa del entorno y sus repercusiones tanto en agresiones como secuelas en la población LGTBI. No en vano, ocho de cada diez personas LGTB+ de la provincia consideran en algún grado que aún hay mucho por cambiar en donde viven para poder llevar una vida de forma libre y visible en relación con su orientación sexual.

Así, centra buena parte de su estudio en la percepción de la LGTBIfobia, que arroja varios “datos alarmantes”:          Uno de cada tres (34,67%) de toda la población encuestada manifiesta haber sido víctima en algún grado de agresiones verbales en el último año. Y casi uno de cada diez de la población LGTB+ (8,98%) en la provincia manifiesta haberse sentido en algún grado en riesgo físico de haber experimentado alguna agresión física.

Del mismo modo, uno de cada dos (el 47,37%) de la población LGTB+ ha presenciado en su entorno en el último año agresiones verbales o físicas (elevándose a un 62,37% en menores de 25 años y un 54,24% en caso de mujeres).

Así, la experiencia de un entorno hostil y poco receptivo a la diversidad se refuerza en que tres de cada diez personas LGTB+ hayan sentido algún tipo de rechazo de algún grado en su entorno más cercano.

Por otro lado, destacan “de forma muy llamativa”, que el 90,71% (nueve de cada diez) manifiesta con algún grado de acuerdo que todavía hay mucha gente dentro del armario, sin vivir su orientación afectivo-sexual de forma normalizada.

Finalmente, sobre otras secuelas “invisibles” en la propia población LGTBI, se ilustra claramente en que siete de cada diez de la población LGTB+ en algún grado asuma que es más difícil, por su orientación sexual, tener pareja o incluso formar familia y que tres de cada diez muestren algún grado de acuerdo o aprobación con que siendo heterosexual todo hubiera sido más fácil.

El hecho de vivir en un entorno que hace que las personas LGTBI crezcan con su vertiente afectiva-emocional amputada se advierte cuando, aunque estén ampliamente de acuerdo con sus derechos, la mitad (52,01%) declara que, en algún grado, le costaría poder mostrar afecto en público con una pareja (ir de la mano, besar en público).

En el perfil de los encuestados se observan dos arquetipos claramente diferenciados como ejemplos extremos. Por un lado, mujer lesbiana joven y estudiante en entorno rural, que penaliza más el entorno y, por otro lado, hombre gay entre 30 y 40 años funcionario en entorno urbano, que vive un día a día más optimista.

El estudio, por otro lado, plantea como soluciones “naturalizar” la diversidad, apostar por la “normalización” desde el ámbito de la educación.

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