Dicen que el mundo es los osados. Coger al Guadalcacín con 1 punto de 30 puede parecer un signo de osadía, porque evidentemente el riesgo de no lograr el objetivo es muchísimo vista la situación clasificatoria del club. Pero no es menos cierto que el valiente es aquel que confía en sus posibilidades. Por muy valiente que tú seas, si no te ves capaz no te pones delante de un toro. Y Mendoza, Jesús, tiene razones de sobre para confiar en sus cualidades, en su forma de ver y sentir el fútbol, en su modo de trabajar y en sus maneras de convencer a sus jugadores que si quieren, pueden. El jerezano fue un ejemplo de lo expuesto en su etapa de futbolista. No le fue fácil llegar al primer equipo del Xerez CD. Lo rescató Pepe Salado, con el apoyo de su amigo José María Martínez, del Rácing Portuense cuando estaba cedido por el Cádiz. Una mala inteligencia de la secretaría técnica cadista hizo que quedase en libertad. Firmó para jugar en el Xerez CD B y, curiosamente, Nene Montero le dio la alternativa de titular en el primer equipo. Vino para jugar de medio y terminó haciéndolo de lateral derecho por esa banda donde tan bien se entendía con Canito. Le costó hacerse con la titularidad pero el adiós de López Ramos al Córdoba, coincidiendo con el ascenso del equipo, le dio la oportunidad de coger el número 3 para ya no abandonarlo hasta ser el jugador que más minutos disputó con la camiseta xerecista. Tuvo que hacer la travesía del desierto de una suplencia por temas que saben él y quien estaba entonces de entrenador, Schuster, y tuvo que ver pasar a equipos como Sporting y Betis sin que pudiese salir de un Xerez con el que llegó a jugar en Primera. De Regional, con el B, a Primera. Porque tenía cualidades sobradas.
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