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Jerez

La resaca de los 'Huertos de Ocio'

¿Qué ha sido de los terrenos de San José Obrero y de la bodega Palomino & Vergara permutados hace 15 años y de los que tanto se ha hablado en el juicio?

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El residencial Santa Teresa ocupa la mayor parte de la finca de San José Obrero.

Fachada del edificio de Palomino & Vergara

Estancias interiores.

Otra imagen del interior.

“Para mí adquirir ese bien era de vital importancia para desarrollar esa zona, como también lo fue en su día la bodega Diez Méritos”. Con esas manifestaciones del ex alcalde y en aquel entonces delegado de Urbanismo en 2003, Pedro Pacheco, durante el primer día del juicio por el caso ‘Huertos de Ocio’ que el pasado jueves quedaba visto para sentencia tras tres semanas, el histórico líder andalucista insistía en el “especial interés” que tenía en aquel contexto en hacerse con un inmueble que a nivel patrimonial en el ámbito bodeguero tenía la máxima protección y catalogación.     

Propiedad de Xera Promociones S. A, su intención con la operación de la permuta por los terrenos de San José Obrero, conocidos como los Huertos de Ocio, era darle contenido a este edificio como incubadora de empresas, planteándose incluso el traslado de la ya desaparecida Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) a este enclave. La tan discutida y analizada permuta que la Fiscalía cuestiona y por la que pide cinco años de cárcel para el ex alcalde y el ex gerente de Urbanismo, Luis Cruz, ha sido desmenuzada hasta la saciedad estas últimas semanas, pero, ¿qué queda de ambos “bienes” quince años después?   

 Pacheco ya puso sobre aviso a la sala de que a día de hoy el edificio “se está desmantelando y no va a quedar ni la estructura”, dijo, lamentando la suerte que ha corrido este inmueble. Y no andaba demasiado desacertado. Poco queda de las vidrieras y el majestuoso interior de madera de caoba que lo caracterizaban. En la actualidad, el edificio, que ocupa la que hoy es la calle Padre Jesús de la Sagrada Flagelación, permanece con los accesos tapiados y las ventanas rotas, con ficheros tirados en las estancias, techos caídos y otros apuntalados, perfectamente visibles desde el exterior, que indican también que las estancias han sido ocupadas por personas. La fachada, con pintadas, también evidencia el paso del tiempo y el abandono.     

Más suerte han corrido las fincas de las que se desalojaron a los parcelistas que tenían alquilados los terrenos para sus huertos y que ahora exigen indemnizaciones más altas. Tras su urbanización, sobre buena parte de esos suelos desarrollados a la espalda de la rotonda de El Michelín, al final de la Avenida de Europa, se asienta el residencial de Santa Teresa, con decenas de unifamiliares.  Algunos de  esos propietarios conocen el conflicto y muestran a este periódico una de las parcelas entre la calle Ermita del Rocío y de la Oliva, en el interior, que no se edificó por ese tema. “Muy caras que nos costaron”, señalan cuando se les pregunta por sus casas y todo el trasfondo que hay detrás. 

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